Capítulo 48

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¿En dónde estaba?

Sentía mi cuerpo flotar. Todo el entorno estaba de color blanco. Un extraño silbido atravesaba mis oídos, produciendo dolor en mi cabeza. Un destello de luz apareció en mi campo de visión y de pronto sentí que alguien me empujaba.

Caí al suelo. Un suelo con césped café, quemado. El viento soplaba y el ambiente se sentía algo tenso. Apreté mi mano alrededor del césped e intenté ponerme de pie. Luego recordé todo.

Las imágenes. El miedo. El grito. El crujir de los huesos.

Mis rodillas temblaron y mis hombros perdieron toda su fuerza. Caí contra el suelo, golpeándome la cara. Mi corazón pesaba. Sentía un horrible agujero en él. Mi cabeza daba vueltas y un horrible nudo en la garganta me impedía respirar de manera correcta.

Cerré los ojos intentando calmar el mareo, pero eso sólo lo empeoró. Recordé la imagen, la de su cadáver tirado en el suelo. Sentí arcadas y vomité. Sentí que me ahogaba por el nudo que me apretaba cada vez más fuerte. Me dejé caer hacia atrás, respirando entrecortadamente. Abrí los ojos, pero no había nada. Era un vasto espacio quemado. Ahí donde antes estaba el bosque del Campamento sólo había tierra quemada. Pero eso no me preocupaba mucho, eso no era lo que estaba en mi mente en esos instantes.

No podía ser real. No podía creerlo. Con las lágrimas a punto de salir, apoyé mis manos en la tierra y me impulsé. Me tambaleé un poco pero logré quedarme de pie. No podía ser real, no era cierto. Apreté los puños con fuerza, clavando las uñas en las palmas, intentando despertarme del sueño, pero no lo hacía. Recordé aquella vez en la Enfermería, contando mis dedos con el pulgar.

"Uno, dos, tres, cuatro" pensé. Esperaba contar hasta cinco, pero por más que intentaba buscarlo, no aparecía en ningún lado. Desesperado intentaba despertar. Un golpe, un arañazo, seguía contando con los dedos, incluso me repetía que no era real. Pero seguía sin despertar.

-Max... -oí a alguien murmurar. Di media vuelta con cuidado y pude ver a Jared con una cara de sorpresa. Pero no, no podía ser real. Miré a Brenda, que estaba jugando con sus manos, pero al mismo tiempo me miraba a la cara. Me acerqué a ella y la agarré del hombro.

-No, no es real -deslicé mi mano por su brazo al mismo tiempo que repetía las palabras. Ella frunció la boca y pude ver que sus ojos se llenaban de lágrimas. Pasé mis manos a su cuello, todo se sentía tan real-. No puede ser real -repetí y posé mis manos en las mejillas y sus lágrimas corrieron hacia mis manos, humedeciéndolas.

-Max... lo siento -balbuceó y más lágrimas salían. No quería que lo dijiese, no quería que lo lamentase. Quería que desapareciera, quería que alguien me despertara de esa horrible pesadilla. Quería que alguna enfermera me agarrara del brazo y me depertara en el hospital diciendo "oh, buenos días. Has despertado de tu accidente automovilístico. Debiste tener un buen sueño". Pero no iba a suceder.

Empecé a estirar las mejillas de Brenda, intentando lograr algo imposible. Arrancar su piel, atravesar su cabeza, que desapareciera, algo que me demostrara que no era más que un sueño. Pero su piel se sentía tan real. Yo seguía negando con la cabeza.

-Es un sueño, ¿verdad? -pregunté. No quería que respondieran, y de todas formas no lo hicieron. Seguí masajeando su cara, aún intentando despertarme, pero no lo conseguía.

-No lo es -dijo y cerró los ojos, sacando más lágrimas. Ella colocó sus manos en mis brazos y volvió a fruncir sus labios. Sus manos eran tan reales, los gestos que hacía demostraban dolor real, casi podía sentirlo yo. Y luego estaba esa sensación de vacío que llenaba mi cabeza y hacía mi corazón partirse en dos. Esa sensación que apretaba el nudo de mi garganta y avivaba la amargura en el estómago. Esa sensación que hace que te quieras agarrar de la cabeza, tirarte al suelo y gritar que no puede ser posible. Esa sensación que te da cuando no entiendes que hacía tan sólo unos minutos todo estaba bien.

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora