Capítulo 13

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Habían pasado como tres semanas desde que Jared había confesado.

Mi apariencia y actitud habían cambiado. Físicamente parecía como un cadaver. Tenía la piel muy blanca, y ojeras debajo de los ojos. Mi cabello estaba medio largo, cubría la mitad de mis orejas y llegaba hasta mis cejas. Ahora parecían un gruñón deprimido. O una mujer embarzada, ya que, en unos momentos podía estar golpeando mi cabeza contra el escritorio, y en otro estar llorando por cualquier cosa. Aunque... ningún Elegido había vuelto a aparecer, y jamás había vuelto a usar mis poderes.

Había dejado de comer como normalmente lo hacía. Y por las tardes, o me quedaba con la cara contra la almohada, o en el bosque, viendo el cielo.

Ahora pasaba más tiempo en la escuela con Malus, chico que también había cambiado, aunque para bien. Aun así, los proyectos los hacía con él.

-¿Y qué haremos hoy? -preguntó un día que yo estaba sacando unaibreta de mi casillero.

-Malus... sé que me quieres ayudar y todo eso. Pero estoy bien -mentí. Quería estar un tiempo a solas.

-Bien, está bien -él dio media vuelta- Nos vemos luego -y se fue. Malus nunca me preguntó sobre Jared. Algo que me tuvo sorprendido por un tiempo, pero después lo olvidé.

Las clases corrieron normal, para los demás. Para mí... ah. Fue como estar en un lugar vacío y oscuro.

Me sentía traicionado. ¿Cómo pude... no darme cuenta? ¡Estaba obvio! ¡Desde que vi esos apuntes en su libreta debí haberlo visto venir!

Una recuerdo me vino a la mente.

Tenía yo diez años y me encontraba en una banca de madera, a los alrededores del jardín de la escuela. A mi izquierda estaba una bolsa de papel, dentro había un sándwich, una botella con jugo de naranja. Saqué el sándwich de la bolsa y empecé a comerlo. Miré hacia donde estaban los demás. Todos se divertían hablando entre ellos, contando bromas, secreteando, jugando; y yo... yo era feliz con mi sándwich.

A lo lejos pude ver cómo un grupo de chicos avanzaron hacia mí, y cuando llegaron, el "líder" dijo:

-¿Por qué estás solo? -preguntó, que si mal no recuerdo se llamaba Ralph.

Ahora mi recuerdo cambió a algo que seguramente pasó pero yo no vi.

Ahora veía desde los ojos de un niño que escondía detrás de un edificio, viendo hacia mí. Después, un hombre detrás suyo le decía:

-Tienes que ir ahí, y hacerte su amigo. Ve. Sálvalo. Es la única manera

El niño corrió hacia mí en el exacto momento en el que Ralph me arrancaba el sándwich y el jugo.

-¡Déjalo en paz! -gritó, mientras apartaba a Ralph lejos de mí (aquí empecé a ver el recuerdo desde mis ojos). Ralph lo empujó y el chico a él, luego Ralph agarró al chico por la camisa y ambos cayeron al suelo. Empezaron a forcejear (que ahora me doy cuenta que debió verse muy estúpido porque éramos sólo niños) y a agarrar el cabello, y dar pequeños golpes a los hombros.

Yo me levanté de la banca cuando todos empezaron a amontonarse a nuestro alrededor gritando "¡Pelea, pelea, pelea!". Me acerqué a ambos y traté de separarlos, pero como no pude, le di algunos (pequeños) golpes a Ralph.

Y entonces una de las maestras llegó. A los tres nos separaron y nos llevaron con el director. Entonces cuando Ralph entró al despacho, hablé:

-G-gracias -dije, atemorizado.

-No hay de qué -respondió con aire orgulloso.

-¿Por qué lo hiciste? -pregunté curioso.

-Uhm... no me gusta que las personas dañen a las demás.

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora