Capítulo 20

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Ahí, en ese lugar con una pequeña bola de fuego girando en el aire, me sentía nervioso.

Estaba parado en medio (creo) de la habitación, sin hacer nada mas que esperar alguna instrucción. Me empecé a sentir incómodo, incluso podía sentir como si hubiese un millón de personas y miles de cámaras grabando para un show de bromas en televisión. Moví los dedos como si estuviera tocando un piano para quitarme el nerviosismo, pero aún seguía igual, no creía que algo pudiese eliminarlo.

Cuando pasaron unos segundos (que para mí fueron minutos), no pude aguantar y pregunté:

-¿Por qué no hay luz?

A mi derecha, la bola se detuvo y poco a poco se fue apagando hasta emitir un pequeño punto de luz y desapareció. A pesar de llevar como seis meses 'conviviendo' con esos poderes, me seguían sorprendiendo.

-Frank es un idiota; solo quiere asustarte -dijo una voz de mujer.

Escuché que alguien reía a mi izquierda. Luego alguien se levantó de algún lugar y empezó a caminar, haciendo crujir la madera.

-Cierra los ojos.

No estaba tan estúpido como para saber lo que iba a suceder a continuación, así que los cerré. Escuché el 'click' del apagador y la luz atravesó mis párpados, molestándome un poco.

-¿Ya? ¿Mejor? -preguntó la voz de la mujer.

Abrí los ojos poco a poco hasta que se adaptaran a la brillante luz. Cuando lo lograron, pude ver que delante de mí solo había una pared y una mesa de cristal.

-A tu derecha, genio -dijo otra distinta voz de mujer. Me giré hacia la izquierda, el lugar de donde provenía, y pude ver a Jenn y a Frank sentados en un sofá. Arriba de ellos había una repisa con varios libros revueltos. Volteé a la derecha y Arthur e Ingrid se encontraban cada uno en un sillón individual. Entre ellos había un mueble, con libros, flores y estatuas.

No supe qué hacer, estaba realmente nervioso, incluso creo que los dedos me temblaban. Arthur se levantó de su lugar y caminó hasta mí, con un bastón de color café y el mango curveado y me hizo una señal para que tomara su lugar y lo hice.

Arthur se quedó unos segundos, pensando. Luego, empezó a caminar alrededor de la habitación, pero sin decir nada. Debido al nerviosismo, apreté los puños.

Después de unos segundos incómodos en los que sólo se escuchaban los pasos y los golpes del bastón en el suelo, Arthur habló.

-Debo avisarte que después de estos minutos, tu vida cambiará y la historia humana no volverá a ser la misma.

-Vaya, son muy directos todos ustedes -dije y me alivié de que mi voz no sonara tan temblorosa como creía que sonaría-. Digo, en muchas historias cuentan la verdad a los personajes y estos cambian con el tiempo.

-¡Sólo siéntate y escucha! -gritó Jenn al otro lado de la habitación. Arthur suspiró y yo refunfuñé. No tenía de otra más que escuchar...

Al cabo de unos segundos, empezó de nuevo.

-El Universo es algo impresionante, ¿no lo crees? -dijo volteando a verme. Luego añadió-: Inmesa, infinita... nadie tiene el completo conocimiento sobre ella.

¿De qué hablaba? ¿Acaso estaba jugando conmigo?

-Es, sin duda, uno de los mayores misterios que agobia al ser humano -prosiguió-. Al igual que las preguntas sobre ésta, como "¿qué es el Universo?" "¿Qué más hay allá afuera?" o "¿El Universo tiene límite? Y si lo tiene, ¿qué hay más allá de ese límite?"

Agh, no. Odiaba el tema de las incógnitas del Universo. Bueno, me parecía interesante, pero al mismo tiempo me desesperaba hasta el punto de hacerme explotar la cabeza. Y si seguía hablando, posiblemente me explotaría.

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora