Capítulo 25

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-Jared, ¿soy peligroso?

-Ahora no, Max -me contestó apurado.

Después de haber sido humillado por James, fui al comedor donde me encontré a Jared y a Sophie. Ambos estaban hablando en voz baja, temiendo que alguien los escuchara. Sin embargo, me acerqué a ellos y me senté a comer un plato de no sé qué asquerosidad era. Trataron de evadir el tema que estaban hablando, pero aún siguieron haciéndolo, procurando no dejarme escuchar. Aunque, de todas formas no lo hice; estaba tan concentrado en lo que había dicho James que no escuché ni una letra. Después, fuimos (más bien ellos. Yo no tenía otra opción) a la cabaña principal porque querían hablar con Arthur. Bien, al menos perdería mi entrenamiento.

-¿Por qué lo preguntas? -dijo Sophie.

-Alguien lo dijo... -empecé.

-¡James es un idiota! -gritó y dio media vuelta, caminando en reversa.

-Sophie, tenemos cosas más importantes -espetó Jared y tiró de su manga, pero ella la apartó.

-No tiene importancia si Max se siente mal -dijo ella, pero entonces Jared jaló de su brazo y la volteó dejándome ver sus espaldas. ¿Por qué hizo eso cuando ella me mencionó? Fácil: esa cosa importante tiene que ver conmigo.

-¿Por qué no puedo escuchar sus conversaciones? -les pregunté esperando una buena respuesta; sin embargo, Jared se empeñaba a mantener otro secreto.

-Porque no. No deberías hasta aclarar todo esto.

¿Aclarar qué? ¿Que tengo sueños sobre cosas que nadie sabe? Sinceramente creo que yo debería estar principalmente en esas conversaciones al ser el único caso.

Los tres llegamos a la cabaña y nos sentamos en la sala de la entrada.

Sophie jugaba con sus dedos, Jared miraba hacia el techo y yo los observaba.

-¿En serio? -dije después de un tiempo- ¿No van a decir nada?

-¿Qué quieres que digamos? No nos dejan contarte nada -reveló ella.

-Exacto. No los dejamos decirte nada -apoyó Arthur que había entrado por el pasillo-. Y no lo harán hasta que yo diga -se volvió hacia Jared y le habló-. Bien, ¿cuáles son tus teorías?

Todos nos quedamos callados. El chico volteó a verme y Sophie miró a Arthur.

-¿Qué? -preguntó el mayor.

-Está enfrente de nosotros -le contestaron al unísono. Arthur se irguió y se aclaró la garganta.

-Bien. Creo que... en ese caso... Max, puedes irte.

¿Irme? ¿A dónde? No quería estar ahí afuera vagando por el lugar sin saber qué hacer. Y al parecer, Sophie estaba de acuerdo con mis ideas.

-Arthur, al menos déjame ir con él. Apenas es su segundo día -Arthur refunfuñó pero Sophie continuó-: Ya me pondré al corriente después.

Ella se levantó del lugar y me hizo señas de que la siguiera. Me levanté y salí de la cabaña, no sin despedirme de ellos.

El poco camino que avanzamos fue silencioso e incómodo. Sophie parecía estar pensando en algo, mirando sus pies pateando piedras por el suelo. Hasta que yo interrumpí.

-¿Tan importante es de lo que están hablando?

Sophie se detuvo sin voltear a verme. Empezó a mover sus pies y a morderse el labio, estaba indecisa por algo.

-No lo sé -contestó.

-¿Puedo saber qué es?

-Son tus sueños, Max -respondió al instante apuntando mi cabeza-. Esas visiones que tienes están causando polémica entre nosotros los Coordinadores.

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora