-CAPÍTULO 13-

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En una casa pequeña, algo rústica y modesta vivía una joven pareja de esposos; Obanai el esposo, un joven de cabellos oscuros cuál carbón y de ojos singulares (heterocromáticos), de carácter fuerte pero a la vez amable y Sumiko la joven esposa, cabellos burdeos y ojos color cereza, de carácter sumiso y tranquilo.

Sumiko llevaba ya sus 8 meses de embarazo, después de su matrimonio casi al instante decidieron extender su pequeña familia. Obanai trabajaba de manera extenuante para poder obtener el dinero y construir una casa digna para su joven esposa.

-¡Ah!- soltó un pequeño gritó.

-¿Qué pasa? ¿estás bien?- preguntó preocupado el azabache quien al escuchar el quejido se acercó con rapidez a la joven.

-Tranquilo, solo fue una pequeña contracción … no imagine que doliera tanto- dijo más calmada.

Obanai suspiró, soltó una pequeña risa y se acercó al vientre de aquella mujer; lo tocó con cuidado y despacio recostó su cabeza sobre este.

-Se mueve mucho, es muy hiperactivo- habló en voz baja; Sumiko soltó una risita y acarició el cabello negro de su amado esposo.

-Cuando nazca seguro será igualito a ti, con tu cabello negro y tus ojos … tu nariz y seguro tendrá un gran talento para la pintura- habló totalmente embelesada.

Obanai la miró, él deseaba que su hijo pudiera estudiar en una de esas escuelas que los hombres de alto poder tanto le restregaba en la cara; el solo era un simple pintor que tuvo la suerte de cruzar caminó con un hermoso ángel el cual está con el ahora y así será para el resto de sus vidas.

-Yo quiero que sea como tú- dijo el azabache. Sumiko se sonrojo al instante y sonríe enternecida.

***

Obanai trabajaba en la nueva extensión de su pequeña casa, él quería construir una pequeña habitación para el hijo que pronto iba a tener. Sumiko sin embargo estaba sentada cerca de la sombra de un árbol, tarareaba una canción mientras tejía una bufanda para Obanai; ya se acercaba el invierno y su esposo no tenía ningún tipo de ropa abrigadora.

Comenzó a cantar.

No pude evitar poder recordar
Miedos que me trajo este lugar
No puedo volver
No sé regresar
Solo puedo ver
Está obscuridad
No puedo volver
No sé regresar
Si tengo algo que proteger

Solo puedo ver
Está obscuridad
Tengo en mi está melodía que
Ve mis lágrimas caer
No importa que tan grande sea el dolor
Seguiré (seguiré)
Seguiré (seguiré)
Llegaré (llegaré)
La angustia contaré
Aún si llego a perder
Aún si llego a fallar
Viviré, juro que lo haré
No importara cuan decaída yo este
Si tengo algo que proteger
Aun si llego a perder
Aun si llego a fallar
Viviré, juro que lo haré
No importara cuan decaída yo este
Si tengo algo que proteger …

Luego de terminar miro el horizonte, se preguntó a sí misma si había hecho bien en abandonar la vida que tenía en los cielos; era cierto que extrañaba a la señorita Kanae, a su amiga Kanao y a su familia, pero ella sabía que ya no había marcha atrás, su decisión había sido esta. Su corazón se siente en calma al saber que esta fue la opción correcta, ahora está casada con el hombre que ama y está apunto de tener un hijo.

Deja de tejer para fijarse en un punto fijo en el gran bosque que está cerca de su casa, algo la llama; ciertamente se siente insegura pero, ella por alguna extraña razón siente el apego de ir allí y saber que es lo que la atrae tanto.

***

Obanai continúa con su tarea, su misión principal es darle una casa nueva y más grande a su amada esposa y su hijo quien pronto nacerá; se seca el sudor y retira su camisa, dejando su torso expuesto; el piensa que ya ha avanzado suficiente en la construcción y baja a ver a Sumiko, pero grande es su sorpresa al no encontrarla bajo el árbol.

Los materiales de tejido están acomodados cerca de la canasta en donde se guarda la lana.

-“Seguro fue a casa”- piensa el azabache. Se acerca para recoger los materiales y va directo a su hogar; Kaburamaru estaba dentro de una canasta enrollado en sí mismo.

-¡Sumiko! ¡Ya terminé por hoy! ¡vayamos a cenar a la plaza!- gritó mientras guardaba en los cajones los materiales de tejido; pero Sumiko no respondió. Obanai fue al pequeño dormitorio para buscar a su esposa, pero tampoco se encontraba allí.

Salió a buscarla cerca del pozo en donde solían sacar agua, pero ella no estaba; volvió a casa esperando poder encontrarla, quizá Sumiko se había ido a buscar alguna cosa y ya estaba regresando; pero nada, Sumiko no estaba.

-¡Sumiko! ¡Sumiko!- grito desesperado; su corazón latía con rapidez, tenía miedo.

Corrió dentro de su pequeña cabaña nuevamente, tomó a Kaburamaru despertandolo de su sueño y lo colocó alrededor de su cuello.

-Buscala … busca su aroma- le dijo con desespero, la serpiente albina se tomó unos segundos y luego localizó el aroma de la mujer.

Con un pequeño serpenteo advirtió a su dueño que la joven se encontraba dentro del bosque; entonces Obanai comenzó a correr, sin importarle su torso desnudo ni el potente frío que hacía esa noche.

Las indicaciones de la serpientes eran casi precisas, le decía dónde girar y cuánto debía de correr, el azabache estaba agitado y muy cansado; sin embargo todo eso de detuvo cuando escuchó un sollozo; guiándose por los llantos logro verla, estaba tirada cerca de la maleza; la sangre decoraba sus alrededores y entre sus brazos tenía un pequeño bulto.

-¡Sumiko!- grito, corrió más rápido y cuando estuvo cerca de ella pudo ver que la chica había sido herida de gravedad.

-Es preciosa … tiene tu nariz … y tu cabello … creo que también tiene tus ojos- hablo con calma y quebranto en su voz; Obanai se arrodillo y quedó más cerca de ella.

-Shh Shh … no digas nada más cariño- acercó su temblorosa mano y acarició el cabello burdeo de su amada.

-Obanai … quiero que la cuides … me disculpo con ella por no ser una buena madre … se llama Nozomi … ¿es muy linda verdad?- hablo con pocas fuerzas; el azabache estaba desbordándose en lágrimas.

-Nozomi tu eres la esperanza del nuevo mundo … Douma te tiene miedo, por eso intento matarte … Obanai tienes que buscar a la señorita Shinobu y advertirle que él ya viene y que la guerra está por empezar- terminó con esas palabras y simplemente murió.

El azabache destrozado, abrazó a su hija como si no quisiera que esta se vaya; se quedó allí cerca del cadáver de su amada.

¿Qué le deparará el futuro a la pequeña Nozomi?

Quedan pocos capítulos para terminar esta historia (osea el que viene es el penúltimo), les agradezco por hacer crecer esta historia y darme apoyo.

HIMITSU - KURO NO CHIKAI (SHINOMITSU) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora