Capítulo 8 🥀 Su igual

514 50 60
                                    

Levanto la cabeza para mantener la vista en el frente cuando se gira para mirarme, y no bajo el arma, aunque siento como mis piernas flaquean cuando me mira directamente a los ojos, con una mirada enmarcada por las hebras de pelo mojado que le cae...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Levanto la cabeza para mantener la vista en el frente cuando se gira para mirarme, y no bajo el arma, aunque siento como mis piernas flaquean cuando me mira directamente a los ojos, con una mirada enmarcada por las hebras de pelo mojado que le caen sobre la frente.

— ¿Qué estás haciendo? — me pregunta, con la misma voz calmada de siempre.

— Se lo contaste — gruño.

Enzo se limita a levantar una ceja y sujetar el cañón de la pistola con la mano para bajar el arma. Mis ojos se quedan embobados con la pulsera de la cadena que cuelga en su muñeca, balanceándose con cada movimiento lento, como si su calma me estuviese haciendo pequeña.

Noto como mi cuerpo se vuelve débil, como la persona que tengo enfrente me mira como a una igual, no como a alguien a quien temer, los ojos me arden, por la rabia, por no saber el motivo de sentirme así, por sentirme tan insignificante frente a él.

— ¿Te parece si hablamos después de que me vista? — dice con una media sonrisa.

Es la única persona que no me teme desde que tengo uso de razón, no me tiene miedo, he entrado con un arma al baño mientras estaba completamente desnudo, y parece que le da igual.

¿Confía en mí? ¿Alguien confía en mí?

En vez de responder me giro, saliendo del baño y sentándome en su cama, me encantaría decir que siento rabia, pero ver como ha actuado tan solo ha hecho que algo dentro de mí se rompa, que yo me rompa.

Hacía tiempo que no sentía nada parecido, que no sentía que alguien me miraba con cierto aprecio, que alguien me veía como una persona, no como la hija de un asesino.

— Y bien. — Enzo sale del baño, con una toalla en la cadera y la pistola en una mano, no sé en qué momento se la devolví —. ¿Qué he contado?

No sé por cuánto tiempo me quedo callada, tratando de descifrar de dónde ha salido la persona que tengo enfrente, por qué no se comporta como cualquier otra persona lo hubiese hecho.

— Estoy acostumbrado a que se queden calladas cuando me ven desnudo, pero no a que me pongan una pistola en la cabeza — continúa diciendo, mientras deja de nuevo el arma en la cama.

Niego con la cabeza, soltando una risa vaga, tratando de alejar los pensamientos y los recuerdos que amenazan por volver y lo miro de nuevo fijamente.

— Me viste desnuda el primer día, estamos en paz — digo con una chispa de humor, tratando de volver a buscar el ambiente habitual.

— No me molesta — responde mientras abre el armario —, puedes mirar siempre que quieras, aunque siendo justo... Te vi con la luz apagada y en una posición que me permitió apreciar más el culo de tu novio — Juraría que escucho una risa leve, pero no puedo confirmarlo, ya que solo me deja ver sus espaldas, completamente marcadas por los músculos tonificados y cicatrices, por las que no pienso preguntar.

LORETO © COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora