Capítulo 30 🥀 Sentidos

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Observo cómo introducen en la habitación de Alek bolsas llenas de ropa, todo para mí, mientras él habla por teléfono con un tono que percibo de enfado

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Observo cómo introducen en la habitación de Alek bolsas llenas de ropa, todo para mí, mientras él habla por teléfono con un tono que percibo de enfado.

Se ha dedicado todo el día a comprarme cualquier cosa que ha considerado necesaria, incluso el gel y la colonia de coco, insistiendo en que no quería que cambiara mi olor.

Todos los hombres salen de la habitación una vez no hay más bolsas, y escucho la puerta del apartamento cerrarse, seguida de unos pasos.

— Hoy vamos a cenar con mi padre — suspira.

— ¿La discusión por teléfono...?

En lugar de responder, me da la mano para que me levante de la cama y me lleva al salón, mientras él entra a la cocina americana.

— No te calles si te ofende, ya no tienes que mostrarte dócil — dice mientras busca unas cervezas.

— ¿Esto es un problema para ti? — pregunto mientras cojo la cerveza que me ofrece y doy un trago.

— Todo lo que hago son problemas — se ríe mientras se sienta a mi lado. — ¿Necesitas algo?

Niego con la cabeza, pero no dejo de observarlo, viendo que está más nervioso de lo habitual.

— ¿Qué ocurre? — pregunto.

— Tenemos que hacer esto oficial — dice —, tenemos que demostrar que es real.

— Sí, el bar...

Alek suspira y me quita de la mano la cerveza, dejándola en la mesa frente al sofá.

— Confía en mí — dice.

Asiento mientras lo veo desaparecer por la puerta de su habitación y volver de nuevo con una venda.

— ¿Otra vez? — me río.

— Sssh. — Me manda callar mientras coloca la venda alrededor de mis ojos. Siento el calor de su cuerpo acercándose y dejo de ver, no hay nada a mi alrededor.

Escucho su respiración de forma más clara, intento saber dónde está, a qué distancia está de mí, llevo mi mano hacia adelante, pero él la envuelve con la suya.

— Antes de entrar a la celda — susurra mientras se acerca a mi oreja —, debemos pasar la prueba, demostrar que esto es real. Nos colocarán en una habitación oscura y debemos reconocernos el uno al otro sin vernos, tan solo con las manos.

Siento cómo un calor inunda mi cuerpo cuando percibo su aliento cerca de mi oreja, hablándome de forma pausada y segura, con una voz ronca.

— ¿Y tú? ¿Solo yo? — logro preguntar con un hilo de voz.

— Yo he tocado tu cuerpo desde el primer día que te vi — se ríe —, mientras te quejabas por tener mi mano en tu cintura.

— ¿Lo sabías...?

LORETO © COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora