Capítulo 26 🥀 Libertad

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Me despierto con mi cuerpo adolorido y lo primero que escucho es un sollozo

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Me despierto con mi cuerpo adolorido y lo primero que escucho es un sollozo. No tardo en reconocer la voz de una chica.

— Nico — murmuro mientras abro los ojos.

Mi amiga está parada en la puerta, con las manos cubriendo su boca, y Lorenzo la sujeta. Su aspecto es desgarrador: tiene marcas en la piel, parece un esqueleto, y su cabello, antes bicolor y precioso, ahora está descolorido y despeinado.

— Pensé que... — solloza mientras corre hacia mí y se tira en la cama para abrazarme. Le doy un beso en la mejilla, evitando mencionar su aspecto.

De reojo, miro a Enzo, quien me hace un gesto indicando que me explicará más tarde lo que ha sucedido. Todos están sentados en la habitación, y aunque he tenido un sueño ligero, he escuchado sus voces. Parece que han estado aquí desde que regresé.

— Piccola — dice Leo mientras se levanta y toma mi mano —. Sé que estarás agotada, pero necesitamos información.

Miro a Gabriella, quien está de pie al fondo de la habitación y me sonríe antes de hablar.

— Habla de lo que te sientas cómoda — dice, haciendo que Leo la mire por encima del hombro y asienta.

— Caí en las Islas Eolias, no recuerdo mucho — comienzo a relatar —. Logré escapar del bar donde tenían a Matteo, antes de... — Leo aprieta mi mano, brindándome el apoyo necesario —. Lo capturaron, intenté salvarlo, pero el Vor ordenó mi muerte por ello.

— ¿Viste al Vor? — pregunta Leo.

— Incluso cené con él y entré a su mansión — respondo —. Conseguí un jet y me escapé antes de...

— ¿Conseguiste un jet? — pregunta Enzo confundido.

— Sí — respondo con frialdad, evitando dar detalles sobre Alek —. Me descubrieron antes de lo previsto y me atacaron. Supongo que pensaron que no llegaría a tierra, pero logré planear lo suficientemente cerca como para usar el paracaídas. Desde las Islas conseguí una pequeña barca, un pescador me la dio al verme en apuros, y el resto... son recuerdos confusos.

— Pero eso significa... Has estado... — musita Gabriella.

— Tres días. Cuando llegué al bosque cerca de la cueva y lo reconocí, pensé que estaba muerta. Recordaba cosas de mi infancia, corriendo entre los árboles, jugando al escondite con mamá. No pensé que... — mi voz se quiebra debido a un sollozo —, simplemente pensé que había llegado mi final.

Leo me abraza con fuerza mientras las lágrimas brotan de mis ojos. Me besa en la cabeza y acaricia mi espalda.

— Ya estás en casa — susurra —, ahora descansa, duerme, necesitas recuperar fuerzas.

Todos abandonan la habitación al escuchar las palabras de Leo, pero antes de que se vayan, miro a Gabriella, quien comprende mi mensaje y cierra la puerta, dejándonos solas.

LORETO © COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora