Capítulo 20 🥀 Alivio

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Veo a Alek acercarse a la jaula en la que ahora me encuentro bailando, con pasos calmados y las manos en los bolsillos del traje

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Veo a Alek acercarse a la jaula en la que ahora me encuentro bailando, con pasos calmados y las manos en los bolsillos del traje.

Hace un gesto con la cabeza y todos los hombres que se encontraban a mi alrededor gritando se marchan. Se acerca a los barrotes, sujetando uno de ellos, y me agacho, arqueando completamente mi espalda.

— ¿Crees que merezco vivir? — digo, sonriendo de forma inocente.

En lugar de responder, Alek abre la jaula, permitiéndome salir, y dice algo al Vor, que no ha apartado sus ojos de mí en ningún momento.

— Vamos — me indica Alek, señalando la puerta del pequeño vestuario.

— Sé que no puedo pedirte nada — digo mientras me pongo de nuevo mi ropa interior y el saco —, pero, de verdad, el collar es importante, era de mi padre...

No me escucha y abre la segunda puerta para que salga, luego se detiene de repente frente a mí, haciendo que casi me caiga. Se agacha, saca una venda y me la ata alrededor de los ojos.

Siento su aliento fresco, con un olor a vodka, sobre mí. Está jodidamente cerca.

— Yo no entro en tus juegos — susurra apretando la venda —. Puedes mover el culo todo lo que quieras, pero no me vengas a pedir nada como si fuera alguno de esos hombres.

Trago saliva y vuelvo a sentir el frío cuando se aleja. Esta vez no me deja su brazo, empuja mi espalda guiándome de nuevo a través de la nieve.

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Alek está frente a la celda, junto al hombre de la coleta, ambos hablan y las únicas palabras que he podido descifrar son sobre la noche anterior.

— Quiero agua — digo, haciendo que ambos me miren.

— ¿Estás en un hotel? — dice Alek.

Suspiro, y Alek se despide de su compañero, abandonando la prisión y dejándome sola con el hombre de la coleta.

No he bebido nada desde que me desperté ayer, y el baile me ha dejado peor que nunca. Me duele el cuerpo, mi estómago parece estar devorándose a sí mismo y mi garganta está llena de arena.

— Por favor, necesito beber algo — suplico de nuevo.

— ¿Quieres algo de beber? — pregunta acercándose.

— Sí — repito.

Abro los ojos cuando el hombre saca su polla y orina dentro de la celda. Me arrastro hacia atrás cuando el suelo comienza a mojarse.

— ¡Para! — grito, haciendo que el hombre se ría y vuelva a guardársela.

— Chupa el suelo, troia — dice riendo mientras escupe en el suelo.

— ¿Conoces esa palabra solo porque frecuentas burdeles? ¿Es allí donde te quieren... o...? — no tengo tiempo de terminar la frase cuando él abre la celda y se acerca hacia mí. Cierro los ojos, preparándome para recibir la patada en la cara que me hace caer al suelo.

LORETO © COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora