Veo a Alek acercarse a la jaula en la que ahora me encuentro bailando, con pasos calmados y las manos en los bolsillos del traje.
Hace un gesto con la cabeza y todos los hombres que se encontraban a mi alrededor gritando se marchan. Se acerca a los barrotes, sujetando uno de ellos, y me agacho, arqueando completamente mi espalda.
— ¿Crees que merezco vivir? — digo, sonriendo de forma inocente.
En lugar de responder, Alek abre la jaula, permitiéndome salir, y dice algo al Vor, que no ha apartado sus ojos de mí en ningún momento.
— Vamos — me indica Alek, señalando la puerta del pequeño vestuario.
— Sé que no puedo pedirte nada — digo mientras me pongo de nuevo mi ropa interior y el saco —, pero, de verdad, el collar es importante, era de mi padre...
No me escucha y abre la segunda puerta para que salga, luego se detiene de repente frente a mí, haciendo que casi me caiga. Se agacha, saca una venda y me la ata alrededor de los ojos.
Siento su aliento fresco, con un olor a vodka, sobre mí. Está jodidamente cerca.
— Yo no entro en tus juegos — susurra apretando la venda —. Puedes mover el culo todo lo que quieras, pero no me vengas a pedir nada como si fuera alguno de esos hombres.
Trago saliva y vuelvo a sentir el frío cuando se aleja. Esta vez no me deja su brazo, empuja mi espalda guiándome de nuevo a través de la nieve.
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Alek está frente a la celda, junto al hombre de la coleta, ambos hablan y las únicas palabras que he podido descifrar son sobre la noche anterior.
— Quiero agua — digo, haciendo que ambos me miren.
— ¿Estás en un hotel? — dice Alek.
Suspiro, y Alek se despide de su compañero, abandonando la prisión y dejándome sola con el hombre de la coleta.
No he bebido nada desde que me desperté ayer, y el baile me ha dejado peor que nunca. Me duele el cuerpo, mi estómago parece estar devorándose a sí mismo y mi garganta está llena de arena.
— Por favor, necesito beber algo — suplico de nuevo.
— ¿Quieres algo de beber? — pregunta acercándose.
— Sí — repito.
Abro los ojos cuando el hombre saca su polla y orina dentro de la celda. Me arrastro hacia atrás cuando el suelo comienza a mojarse.
— ¡Para! — grito, haciendo que el hombre se ría y vuelva a guardársela.
— Chupa el suelo, troia — dice riendo mientras escupe en el suelo.
— ¿Conoces esa palabra solo porque frecuentas burdeles? ¿Es allí donde te quieren... o...? — no tengo tiempo de terminar la frase cuando él abre la celda y se acerca hacia mí. Cierro los ojos, preparándome para recibir la patada en la cara que me hace caer al suelo.
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LORETO © COMPLETA
RomanceLa mayor mafia, hasta el momento, se encuentra en Sicilia, y Alessia se ve obligada a aprender todo lo necesario para seguir siendo los mejores. Rodeada de personas que no creen capaz a una mujer para llevar el negocio. Personas que la quitan la pa...