Capítulo 5 🥀 La carta.

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Uno de los hombres de seguridad me agarra del brazo llevándome a través de la gente que grita y corre por el bar sin ningún control

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Uno de los hombres de seguridad me agarra del brazo llevándome a través de la gente que grita y corre por el bar sin ningún control. Siento como el corazón golpea mi pecho con fuerza.

— Alessia — Matteo me llama mientras la avalancha de gente se aleja.

— Ve a casa — digo conteniendo los nervios mientras el hombre de seguridad sigue tirando de mi brazo.

Entro a mi despacho con otros dos hombres de seguridad, que están escuchando distintas órdenes a través del pinganillo, agudizo el oído, pero tan solo escucho un murmullo.

— ¿Qué ocurre? — pregunto mientras abro uno de los cajones del escritorio, buscando la glock que papá me regaló.

— Santoro se está ocupando — dice uno de ellos.

— ¿Santoro? ¿Habéis dejado a un nuevo ocuparse de esto? — bufo buscando el portátil.

No responden, siguen dando la espalda a la puerta, asegurándose de que nadie entra. Tengo a más de veinte hombres protegiendo el bar, hombres que trabajan para mi padre desde que tengo uso de razón, y han dejado al mando a alguien que acaba de llegar, a un puto camello.

Enciendo el ordenador, abriendo el programa que me prepararon para poder ver las cámaras del local. Siempre me repito lo mismo, y es que debería aprender algo de informática para estas situaciones.

Miro las grabaciones retrocediendo hasta que me encuentro a Enzo frente a la puerta del baño, la gente corre, y él entra sin pensárselo dos veces.

Adelanto el video, esperando a que la puerta se abra de nuevo, pero Santoro no sale en ningún momento, y por algún motivo esto hace que se me revuelva el estómago al imaginarme un cadáver en el baño de mi bar.

— Id a buscarlo — ordeno —. Yo me defiendo sola, buscad a Leonardo también.

Ambos hombres asienten, abriendo la puerta para dejarme sola en el despacho, dejo la imagen de la cámara abierta, esperando que Enzo vuelva a salir del baño.

— Vamos orangután — musito con rabia.

La puerta del despacho se vuelve a abrir de golpe, Leo aparece despeinado en el umbral, y con la respiración agitada.

— Piccola.

— ¿Dónde estabas? ¿Quién ha sido?

— Estaba en la villa, reunido con tu padre. — Cierra la puerta a sus espaldas —. Hoy no tenía que venir al Rose, Enzo se encargaría de...

— ¡Enzo es nuevo! — lo interrumpo —. Dejad de darle cargos que no le corresponden.

— Enzo va a ser caporegime — dice Leo con una voz firme que no estoy acostumbrada a escuchar, tenso la espalda, poniéndome más recta para mirarlo —. Te aseguro que tras el entrenamiento de hoy me ha dejado claro que dispara mejor que muchos de tus hombres.

LORETO © COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora