Capítulo 28 🥀 Mi mujer

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La miro en silencio, esperando que sus nervios la hagan arrepentirse de lo que acaba de decir, porque si ella no se arrepiente, yo tampoco lo haré

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La miro en silencio, esperando que sus nervios la hagan arrepentirse de lo que acaba de decir, porque si ella no se arrepiente, yo tampoco lo haré.

— ¿Sabes lo que significa? — pregunto.

— Sí.

Escucho pasos en el pasillo, y Alessia gira la cabeza con una mirada de temor en el rostro.

— Que así sea entonces — sentencio mientras le arrebato el arma de las manos. — Vas a conocer la verdad oculta detrás de ese rito de animales — me río, imaginando lo que tendré frente a mis ojos en menos de cinco segundos.

Alessia me sigue cuando salgo de mi celda, con el arma al frente.

— ¿Muertos o vivos, sólnishko? — pregunto con una sonrisa en mi rostro mientras Alessia me sujeta la cintura.

— Vivos — responde con un hilo de voz tembloroso.

Disparo rápidamente a dos hombres que se acercan sujetando sus armas en los brazos, acertando en ellos, un grito hace que suelten las pistolas, mientras termino con un disparo en las piernas, haciendo que caigan al suelo. Los quiere vivos, aunque por alguna razón mi corazón me está pidiendo a gritos que los vuele la cabeza.

Cierro los ojos durante unos segundos, saboreando el aroma de su sangre. Joder, necesitaba hacer esto desde que entré aquí.

Paso por encima de los cuerpos de los hombres que yacen en el suelo, gimiendo, y recojo los cargadores de sus armas antes de subir las escaleras.

Disparo sin remordimientos a todos los que se cruzan en mi camino, no me paro a mirar sus edades, o si están armados, sigo avanzando sin apartarme ni un centímetro, para proteger a Alessia en mis espaldas.

— Tengo el coche afuera — dice cuando nos acercamos a la puerta, pero nos detenemos cuando vemos las dos figuras frente a nosotros.

Leonardo y Enzo, podría hacer un informe sobre ambos, los estudié cuando me ordenaron llevar a cabo el secuestro de Alessia. El mayor está bien entrenado, fue difícil superarlo, en cambio, el otro... Una lástima, aunque la escena del beso en el coche fue todo un espectáculo, pero solo pensó en eso, meterse entre sus piernas mientras los enemigos estaban rondándolo.

Los apunto, pero esta vez Alessia sujeta mi brazo, haciendo que baje el arma. La miro a los ojos fijamente mientras me hace un gesto con la cabeza, y hago lo que me pide, bajando la pistola.

— ¿Qué está pasando, piccola? — pregunta el mayor.

— Estoy buscando mi lugar, y este no es...

— No pienso dejarte — responde tirando su arma al suelo mientras se acerca a ella —. Prometí a tu padre que te protegería, lo juré, no pienso permitir que te vayas con ellos.

— Si quieres protegerme, déjame ir, Leo — Alessia sale de detrás de mi espalda, sujetando la mano del hombre.

Pongo los ojos en blanco ante la imagen que tengo enfrente. Siempre he odiado a los malditos italianos. Su código de fidelidad es repugnante y sinceramente, no logro entender qué pretenden con esta conversación.

LORETO © COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora