𝟎𝟑: 𝐀 𝐁𝐚𝐧𝐮𝐤 𝐓𝐚𝐥𝐤

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Los Banuk se amontonaron frente a la gran fogata, donde los Chamanes danzaban y cantaban en un ritual funerario. Eva lo supo, porque era semejante al que los Chamanes hicieron en el campamento de Tikuk por los que murieron días atrás.

Pero a comparación, este era mucho más elaborado. La construcción era más grande, y llamaba la atención el hecho de que no hubieran los cuerpos, sino muñecos de madera adornados con ropa y accesorios de caza Banuk, puestos de pie usando palos gruesos. Eva contó un aproximado de diez, de los que pudo ver entre el espeso humo gris que aumentaba de tamaño gradualmente.

Mientras su Foco almacenaba la información, Eva se preguntó ¿En dónde estaban los cadáveres?

—Vas a ver algo inusual, chica —le dijo un hombre a su izquierda, haciendo que Eva se sobresaltara ligeramente.

Era moreno, con arrugas que marcaban su edad, y su bigote tenía algunos copos de nieve adheridos. Por su forma de vestir y el metal forjado en el cuero, Eva dedujo que era Oseram. Le pasaba al menos una cabeza de altura, casi tanto como Erend.

—¿Inusual?

—Observa y verás... Burgrend, por cierto —se presentó—. Proveedor de objetos necesarios... Los Banuk casi siempre queman a sus muertos, pero hoy no.

Los Chamanes comenzaron a girar entorno a otro que tenía la cabeza de un Demoledor, adornada con tocados de ramitas, pintura azul, cintas, y en el medio habían puesto otro cuerno, de boca ancha y boquilla corta, oculta del lado en que el Chamán lo movía de un lado a otro. Después se dispersaron, ahora exclamando sus canciones y moviéndose cara a cara con la gran fogata.

Los cazadores que observaban eran en su mayoría hombres. Ellos tanto como las mujeres tenían esa fría expresión en el rostro, mezclado con la determinación. Algunos tenían vendas ajustadas en sus extremidades por sobre los abrigos, y rastros de salpicaduras de sangre o aceite de máquina. Si estos eran los Banuk que se unieron a Aratak... Eso significaba que ya habían cumplido con la expedición. Y este era el trágico resultado.

—Porque los cuerpos no... se recuperaron —dijo Eva, mirando de vuelta a Burgrend—. Siguen en donde fueron asesinados.

—Sí —asintió Burgrend—. Un asunto horrible. Sus mejores guerreros, perdidos. Reciben una clase diferente de despedida.

Otros Banuk tocaban tambores y sacudían maracas con nueces y trozos de metal. La melodía se detuvo al mismo tiempo que la danza, y los Chamanes terminaron con un grito al cielo muy bien practicado, que le provocó a Eva piel de gallina.

Entonces, el Chamán que cargaba con la cabeza de la máquina, la puso sobre un trípode de madera. Tomó aire, y sopló, ejecutando un sonido muy similar al que usaron los guardias en Puerta de Guardia.

El sonido viajó a través del valle hasta el filo de las montañas. Hubo un momento de expectación, y de repente, varios Rapaces aparecieron de entre el humo surcando el cielo en formación de triángulo. Las grandes aves mecánicas sobrevolaron el campamento sin atacar a las personas, centrándose en el canto de los Chamanes, sonando muy similar a sus graznidos.

Bajaron uno a uno en picada hacia los muñecos simbólicos, tomándolos entre sus garras y luego, cuando ya no quedaba ninguno, las máquinas carroñeras se retiraron. Los Banuk levantaron sus lanzas en una despedida final.

Al bajar sus lanzas, los cazadores se hicieron a los costados, dejando un paso libre en medio para que pasara su líder. Su caudillo, Aratak.

Él era de los más robustos Banuk allí presentes, y la experiencia cruda de la batalla estaba grabada en su faz. En su mano derecha portaba un arma, que según el Foco de Eva, estaba cuidadosamente fabricada para lanzar municiones de hielo. Tenía colgando el saco de un Recolector, cuyo tubo estaba unido en la cabeza de la lanza, conectado al saco mediante cables y un pequeño motor.

»𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐎𝐍𝐆 𝐎𝐅 𝐄𝐕𝐀«「𝐃𝐋𝐂:𝐓𝐡𝐞 𝐅𝐫𝐨𝐳𝐞𝐧 𝐖𝐢𝐥𝐝𝐬」#𝟐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora