Iba a pocos pasos detrás de Uailean siguiendo un sendero marcado. El cielo se aclaraba con forme avanzaban, pero no duraría mucho. La naturaleza daba indicios de que una tormenta se avecinaba.
El reloj en el Foco de Eva marcaba las siete y cinco de la mañana. Su estómago rugió inevitablemente.
En vista de que no llegarían enseguida con Naltuk, Eva buscó en su bolso los restos de su cena, los desenvolvió y empezó a comer. Unas verduras cocidas con carne de pato y algo de pan. Algunas veces extrañaba un buen café amargo junto a una tostada, o cuando amanecía golosa, hotcakes con miel y té dulce. Durante los meses en Zero Dawn, la cafeína, barras energéticas y sándwiches empaquetados eran su mayor consumo —algo de lo que no se enorgullecía mucho—.
Ahora procuraba alimentarse con decencia, y obtenía los nutrientes y proteínas que su cuerpo requería dado a todo el esfuerzo físico al que se sometía diariamente.
Llegaron al río y Uailean dobló a la izquierda, yendo por una subida. Eva notó en el camino un campamento montado en un pequeño claro en el bosque. Eran forasteros Carja, moviendo cajas y otros objetos de su caravana de un lado a otro. Un Sacerdote Sol y una mujer eran los encargados de guiar al grupo.
—¿Sabes qué hacen esos Carja por aquí? —preguntó a Uailean.
—No es de mi incumbencia, siempre y cuando no se metan en los asuntos de mi gente —respondió Uailean con frialdad—. Aunque espero y se congelen en la siguiente tormenta.
Eva miró su espalda y levantó ambas cejas. Claro, los Asaltos Rojos, casi lo olvida. Los Banuk fueron otra de las tribus que sufrieron bastante a causa del padre de Avad. Y aunque el nuevo rey estuviera intentando limar asperezas, el desprecio hacia los Carja no sería apartado en un buen tiempo.
Todo el asunto le sonaba demasiado familiar.
Luego, Eva miró al otro lado del río, y se detuvo. Había un Cuellilargo enterrado en la nieve y hielo, siendo rodeado por las máquinas de reciclaje. Unas banderas yacían sobre rocas puntiagudas, marcando el que se supone era el recorrido rotatorio de la gran máquina. Según el análisis de la interfaz, ya tenía un buen tiempo allí. Pero, ¿Qué lo habría derribado? ¿Qué tenía la fuerza para hacer caer a un gigante como ese?
El Foco le mostró los lugares averiados de la máquina. Debía echarle un vistazo más de cerca para saber exactamente qué piezas faltaban, y hacer un análisis más profundo para saber si se podía reparar. Si era así, existía la posibilidad de poder activarlo de vuelta, obtener sus datos, y tal vez la razón de su inactividad.
—¿Qué estás haciendo?
La voz de Uailean la sacó de su ensimismamiento. Él ya estaba casi en la cima de la colina, observándola con el ceño fruncido.
—¿Desde cuándo está enterrado ese grandote?
Eva apuntó al Cuellilargo. Uailean le echó un vistazo antes de responder.
—Haces demasiadas preguntas que no vienen al caso —le dijo—. ¿Quieres o no reunirte con Naltuk?
—¿Qué te cuesta responder a una simple pregunta?
Uailean resopló con evidente fastidio.
—Esa máquina está bajo hielo desde que tengo memoria. Los Chamanes le rinden homenaje mientras un grupo de cazadores la protege, o al menos, la protegían de los carroñeros. Desde que comenzaron los problemas ya no va nadie hacia allá. Esa área está invadida por las máquinas del Maligno. ¿Satisfecha?
Eva volvió a mirar hacia la máquina, tocando de nuevo el Foco. Uailean, pensando que estaba perdiendo el tiempo en vano, estuvo a punto de llamarla, cuando Eva acortó la distancia a paso de trote, o tal vez más rápido de lo que pensaba. Ella le mostró una inocente sonrisa ladina al llegar a su lado.
ESTÁS LEYENDO
»𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐎𝐍𝐆 𝐎𝐅 𝐄𝐕𝐀«「𝐃𝐋𝐂:𝐓𝐡𝐞 𝐅𝐫𝐨𝐳𝐞𝐧 𝐖𝐢𝐥𝐝𝐬」#𝟐
FanfictionCorren rumores sobre sucesos extraños en el Tajo, las tierras Banuk. Ánimas que hablan, máquinas nuevas y más agresivas. Algo maligno que amenaza a Ban-Ur. Con todo lo que ya había superado con Aloy hasta el momento, Eva piensa que no sería tan...