El sol se alzaba en la distancia cuando Eva terminaba de abrochar lo último de su equipaje.
Habían pasado cuatro días del ataque al campamento, y en ese tiempo había ayudado a los Banuk a restablecer medianamente su hogar. Guió a los Rapaces para mover grandes partes de las máquinas. Su Embestidor arrastró la madera quemada a un lado. Ella dio su mano en reparar las tiendas y altares. Los Banuk crearon otro más grande en la base de la montaña para rendir tributo a la canción que les dio esa paz perfecta durante todos esos meses, y a sus hermanos y hermanas caídos en el ataque.
Los cazadores reabastecieron los suministros de comida, y Eva consiguió recipientes refrigerantes de una manada de Lanceros para llenarlos de agua y dárselos al grupo, para que no se preocuparan por ello durante varias semanas. Se ahorró el luchar contra las máquinas colocando varias trampas de manera estratégica alrededor de donde estaban. Las espantó y estas cayeron de lleno. Los Rapaces saboteados hicieron el resto.
Eva consideró apropiado marcharse una vez los Banuk ya tuvieran la base de su nuevo capítulo hecho. Como dijo Tikuk; darían un paso a la vez.
Ninguno estuvo en contra de su partida cuando lo anunció. Una de las cazadoras le proporcionó comestibles. Rieka le dio de sus mezclas de medicina, y el Chamán Siluk unos trozos más de ese brilloazul tan raro por si acabara en Ban-Ur y quería comerciar. También le dieron la ropa adecuada para el crudo frío de las montañas. Eva a cambio les dejó bajo el cuidado de los Rapaces anulados. Los programó para ser centinelas y protectores capaces.
Eva caminó con su Embestidor hasta la salida del campamento. Tikuk se despidió de ella al igual que el resto del grupo, afirmando que Eva tenía un lugar asegurado entre ellos la siguiente vez que se vieran.
Rieka la abrazó, no tanto como cuando se sinceró con ella, pero fue lo suficiente como para darle a entender que la extrañaría.
—Espero poder verte de nuevo. —dijo Rieka cuando se separaron.
—Yo también lo espero —Eva le sonrió, y le acomodó la capucha. Rieka soltó una risa suave. A Eva le recordó brevemente a su hermana cuando la despeinaba en forma de juego—. Cuídate mucho, Rieka. Y sigue aprendiendo lo que te gusta hacer.
—Tú también cuídate allá. ¡Verás que si vuelves, seré mucho mejor de lo que ya soy!
—No lo dudo.
Eva se fue del campamento poco después. Pero no se alejó demasiado cuando oyó la voz de Ukan llamarle.
Eva se detuvo, girándose para ver al gran cazador acercarse. Tenía un semblante serio.
—Debo advertirte sobre el camino que te espera. La entrada al Tajo puede ser una línea casi sin habitantes, pero no está exento de peligros.
—Yo... No he dicho que iría al Tajo.
—No hacía falta. La manera en que miras la montaña del norte es una señal clara. Tu transparencia rivaliza con el hielo —explicó Ukan con calma. Eva solo pudo asentir, un poco sacada de onda porque el cazador pudiera adivinar sus intenciones sin mucho esfuerzo. Tendría que trabajar en sus expresiones para no ser leída con facilidad—. Una vez superes la subida, te encontrarás con un sendero de hielo, marcado con linternas de Chamanes. Más allá habrá un lago sin congelar. Es allí donde han ocurrido los últimos avistamientos de Incineradores.
—¿Incineradores?
—Máquinas igual o más feroces que los Dientes Serrados y Demoledores juntos. Las llamamos así dada su habilidad única para atacar usando el fuego. Lo escupe en grandes llamaradas y con él envuelve sus patas y a sí mismo, aumentando su fuerza notablemente.
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»𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐎𝐍𝐆 𝐎𝐅 𝐄𝐕𝐀«「𝐃𝐋𝐂:𝐓𝐡𝐞 𝐅𝐫𝐨𝐳𝐞𝐧 𝐖𝐢𝐥𝐝𝐬」#𝟐
FanfictionCorren rumores sobre sucesos extraños en el Tajo, las tierras Banuk. Ánimas que hablan, máquinas nuevas y más agresivas. Algo maligno que amenaza a Ban-Ur. Con todo lo que ya había superado con Aloy hasta el momento, Eva piensa que no sería tan...