Fuera de su vista, parte de la estructura comenzó a quemarse. El líder intentó desesperadamente quitarse las partes de su atuendo que se adhirieron a su piel al derretirse. Todo mientras no paraba de gritar, inhalando el humo que arruinaba su garganta.
Y de entre el chasquido de la madera, y el aullar del viento que parecía burlarse de su suerte, lo oyó.
Un gruñido amenazador, ni humano ni de animal. Era mecánico. Al girarse y descubrir a qué le pertenecía, vio al Acechador Alfa bajar por las escaleras de su casa. El fuego a su alrededor sumado a sus pasos lentos lo hacían ver más aterrador. En esos ópticos brillantes, solo pudo ver el reflejo de la muerte.
La máquina le saltó emitiendo un rugido. Después, vio negro.
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Mientras tanto, Eva y los Banuk bajaron de regreso al área base del campamento. Observaron cómo el fuego consumía todo a su alrededor, sin dejar nada intacto. Cuando la estructura principal se desmoronó, fue el momento en que supieron que el terror que Bandidos trajeron al Tajo se había acabado. Zahir y su Werak alzaron sus voces al aire en un feroz grito de victoria, con sus armas sobre sus cabezas. Uailean se les unió.
Eva no lo hizo. Pero mostró una expresión de alivio. Su corazón palpitaba fuerte al saber que habían ganado sin tener más que una sola baja de las máquinas. Las tierras de los Banuk tenían un peso menos del cual preocuparse.
Una vez vio a los tres Acechadores, se percató de que el suyo no estaba entre ellos. Su alivio fue reemplazado por un golpe de angustia, viéndose reflejada en su rostro.
—¿Dónde está? —dijo, cuando los Banuk poco a poco dejaron de festejar—. ¿Dónde está... mi...?
Uailean entendió de inmediato. Junto a ella, comenzó a buscar a la máquina con la vista. Algunos otros se les unieron. Y cuando Uailean alzó su vista hacia arriba, no tardó en indicarle a Eva que también lo hiciera.
Eva vio a su Acechador bajar por el sendero tranquilamente hacia ellos. Se veía normal, con la excepción de que traía algo entre sus fauces. Eva corrió hacia él, arrodillándose frente a la máquina y escaneando por algún daño. A parte de algunas rayaduras en la armadura, no tenía nada. Sus circuitos y unidad central estaban bien, según su interfaz.
—Me asustaste. Creí por un momento que... ¿Qué es esto?
El Acechador le dejó en manos lo que trajo de trofeo. Eva reconoció la máscara del líder Bandido de inmediato. Se sorprendió que, al final, el que terminase de manera definitiva con el hombre fuera su máquina, sin siquiera ordenárselo.
Miró los ópticos del Acechador, y en ese instante, creyó ver algo que sólo era posible en los seres vivos a través de los ojos. Orgullo, de sí mismo y de su trabajo. Como si le preguntase sin palabras: "¿Lo hice bien?"
Eva no dijo nada. Una débil sonrisa se asomó en sus labios, antes de descansar su frente en la armadura del Acechador y cerrar los ojos por un momento. Peacock había creado un compañero más que leal para ella. Eso le demostraba que aún conservaba una parte importante de su consciencia artificial, transmitiéndole esa lealtad y sentido de protección por medio del Acechador.
Se levantó una vez notó que Uailean se les acercaba. Ella le tendió la máscara, cuyo lente estaba quebrado, y el metal aún emanaba algo de calor.
—No sé... qué harán con esto.
Uailean observó la máscara con ojos fríos. Era evidente que le importaba poco o nada. Sin embargo, la tomó. Volteó hacia Zahir, y se la entregó diciendo.
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»𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐎𝐍𝐆 𝐎𝐅 𝐄𝐕𝐀«「𝐃𝐋𝐂:𝐓𝐡𝐞 𝐅𝐫𝐨𝐳𝐞𝐧 𝐖𝐢𝐥𝐝𝐬」#𝟐
FanficCorren rumores sobre sucesos extraños en el Tajo, las tierras Banuk. Ánimas que hablan, máquinas nuevas y más agresivas. Algo maligno que amenaza a Ban-Ur. Con todo lo que ya había superado con Aloy hasta el momento, Eva piensa que no sería tan...