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Después de los acontecimientos del día anterior Juliana se encontraba en el supermercado comprando algunas cosas que en su casa hacían falta, escondía las heridas de su rostro que su esposo le había causado, bajo un cubre bocas y un par de gafas oscuras.

Con pocos ánimos la pelinegra se dirigió a la caja para pagar por lo que se llevaría y finalmente salió para regresar a casa y preparar algo de comida para su esposo si es que no quería enojarlo cuando este llegara del trabajo, había aprovechado su salida para comprar los ingredientes necesarios para cocinar la comida favorita de Sergio con el propósito de que este no siguiera molesto con ella por haberle fallado nuevamente al no haber podido darle un hijo.

Caminaba tranquilamente a casa pasando por un parque cercano a esta cuando accidentalmente alguien la derribó mientras corría tirando al piso junto con ella todos los ingredientes que había comprado para la comida de su esposo.

- ¡Oh dios mío, lo siento tanto! - La persona con la que se había estrellado se disculpó agachándose para ayudar a Juliana a levantarse.

-Está bien- Juliana le restó importancia mientras miraba las verduras que le servirían para aquel almuerzo tiradas en el piso.

-No lo está, tiré tu comida - La extraña chica de ropa deportiva aseguraba mirando las cosas en el piso.

-En serio no tienes que preocuparte, los accidentes pasan - Juliana insistió dándose media vuelta con la intención de volver al supermercado y comprar de nuevo los ingredientes.

-Por favor, déjame comprarte de nuevo lo que te tiré- La contraria insistió comenzando a seguir a Juliana.

-Bueno- Juliana asintió sin ánimos, gracias al estado tan deplorable en el que se encontraba la pelinegra, no tenía ganas de discutir para hacerle entender a la contraria que no estaba enojada.

Ambas caminaron hasta llegar al supermercado con Juliana guiando a la extraña hasta el lugar en donde se encontraban los ingredientes que necesitaba y en silencio los tomo.

-Déjame ayudarte- La contraria se ofreció al ver a Juliana intentar alcanzar una bolsa de fideos de un estante.

Y Juliana hizo una pequeña reverencia para agradecer sin el menor animo por hablar.

La contraria lo entendía, pues creía que estaba enojada con ella por haberla tirado y con ella su comida mientras corría para ejercitarse.

- Valentina - Se presentó la chica con ropa deportiva -Me llamo Valentina Carvajal, pero puedes llamarme Val y lamento lo que pasó.

Juliana asintió.

- ¿Cuál es tu nombre? - Valentina preguntó al ver la forma tan desinteresada en la que la menor se portaba.

-Juliana.

Valentina asintió ante aquella cortante respuesta.

- ¿Tienes apellido? - Insistió siguiéndola por los pasillos de comida.

La mayor asintió.

-Bueno ¿Y cuál es?

-Valdez- Volvió a responder cortante, no era para menos, ella seguía triste por lo que había sucedido con su esposo.

-Lamento lo que pasó, no fue mi intención lastimarte o tirar tu comida, soy nueva por aquí, estaba haciendo ejercicio y...

-Ya dije que está bien- Juliana la interrumpió yendo a la caja para pagar por sus cosas.

Y Valentina bajó la cabeza, ella aún se sentía culpable creyendo que el mal humor en la contraria era su culpa.

- ¿Efectivo o tarjeta? - La cajera preguntó cuándo terminó de pasar por la caja las cosas de Juliana.

-Efectivo...

-Tarjeta- Valentina respondió al mismo tiempo que Juliana - Tarjeta- Valentina insistió dando su tarjeta a la cajera -Te dije que yo lo pagaría- Le recordó a Juliana notando como esta asentía sin ánimos.

Y cuando la cajera terminó de cobrar Juliana salió del supermercado sin decir nada más, no tenía ánimos de nada, su cuerpo dolía además de su corazón, el maltrato que recibía la había dejado así y ella no podía hacer nada para olvidarlo tan fácil.

-Déjame ayudarte con eso- Valentina tomó las bolsas de supermercado de los brazos de Juliana.

Para la menor era algo irritante la presencia de aquella chica de acento inglés, sin embargo, no tenía los ánimos suficientes para discutir hasta que la contraria se fuera. Así que solamente continuó caminando a casa con Valentina tras ella llevando sus compras.

Al llegar a casa Juliana abrió su puerta entrando hasta la cocina, por lo cual la extranjera la siguió y dejó las compras en la mesa.

Valentina quería disculparse de nuevo, pero sabía que eso posiblemente enojaría más a la contraria quien la ignoraba mientras preparaba sus instrumentos de cocina.

-Ahm, creo que ya debo irme- Valentina rompió el incómodo silencio.

Y Juliana solamente asintió comenzando a preparar el almuerzo.

La contraria resignada salió de esa casa sintiéndose algo mal por la forma en la que fue tratada, en parte sabía que era su culpa por no mirar su camino y tirar las cosas de Juliana, pero no se esperaba un trato tan frío después de eso, casi acababa de mudarse ahí y no quería tener problemas con alguna vecina, pero por alguna razón el caos la perseguía.

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Al llegar a casa, la inglesa continuó pensando en aquello, a decir verdad, fue demasiado extraño el comportamiento de la chica para ella, demasiado grosera, a decir verdad.

- ¿Por qué me trató así? Es decir, entiendo su enojo, le tiré sus cosas, pero se las compré de nuevo y ni siquiera agradeció, tss que amargada que es- Valentina habló para sí misma buscando algo en la nevera para comer.

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Juliana por su parte, desde que Valentina salió de su casa, se quitó los lentes y cubre bocas, ya no había nadie de quien esconder las lesiones de su rostro, entonces sintiéndose algo segura al estar sola continuó cocinando el almuerzo para su esposo, ignorando la culpa por haber maltratado a aquella amable chica.

Y un par de minutos más la puerta de su casa fue abierta nuevamente.

Juliana tuvo miedo, ella conocía bien de quien provenía ese portazo, solamente pedía a todas las deidades existentes y por existir que aquel hombre que había llegado tuviese piedad de ella.

Con las manos temblorosas tomó un plato y sirvió un poco del caldo con fideos que había hecho cuidadosamente para su esposo. Esperaba que después de eso el hombre la perdonara o que al menos fuese un poco menos violento con ella y sin más lo llevó a la mesa en donde este se encontraba esperando.

El mayor probó de los fideos bajo la atenta y asustada mirada de su esposa y con violencia tiró los palillos sobre su plato.

- ¿Qué carajos es esto?!- Preguntó gritando.

-Tu comida favorita- Juliana susurró bajando la cabeza.

- ¡¿Qué parte no entiendes de que debes cortar los fideos antes de servírmelos?! ¡Te lo he dicho innumerables veces! - El hombre tiró el plato al piso rompiéndolo en el acto y sin más se fue a su habitación.

Juliana comenzó a llorar y se agachó al piso para recoger los trozos del plato roto y limpiar la sopa que su esposo había tirado.

-Lo siento- Juliana susurró llorando a pesar de que su esposo ya se había ido.

Estéril || Juliantina (G!P) •AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora