Mikasa llegó a su departamento alrededor de la diez de la noche; aquel día había sido uno de los tantos en los que se sentía completamente descompuesta a causa de su agotador empleo como mesera en el restaurante Le Revees, pero todo fuera para poder pagar el departamento que compartía con dos personas más desde hace un poco más de dos años luego de que se saliera de la casa de su madre habiendo tenido una discusión previamente. Ahora se encontraba haciendo malabares con su tiempo para poder ir la universidad y continuar con su carrera de diseño de modas, tener un trabajo y, por supuesto, una vida social activa.
Estaba segura de que el camino para lograr su profesión soñada podía ser tal vez algo turbulenta y agotadora, pero, sin ninguna duda alguna, lograría su propósito.
—¿Qué tal estuvieron las propinas el día de hoy?—le preguntó Sasha, su mejor amiga y compañera de piso. Se encontraba en la cocina terminando de preparar buttercream para uno de los pasteles que tenía reservado en la nevera. Era repostera amateur, pero había decidido sacar provecho de aquello y empezado a vender algunos cuantos.
—Bien, pero es jodidamente cansado siempre fingir que quieres complacer a todo el mundo para tener buenas propinas cuando por dentro sólo deseas que tu turno acabe ya—contestó la chica, que se hallaba sentada en una de las sillas junto a la encimera—. Mañana tengo clases muy temprano, estoy agotada y sólo quiero irme ya a la cama.
Sasha asintió con la cabeza, sin desviar la mirada de la manga pastelera que ahora se encontraba llenando.
—Estamos en las mismas, debido a mi muy mala organización, olvidé que tenía este pedido para mañana temprano—suspiró—, y bueno, el resto de la tarde también tuve que aguantar los gruñidos y quejidos de frustración de Frieda.—Torció el gesto—. Parece que su inspiración salió volando por la ventana otra vez
Su tercera compañera de piso era Frieda Reiss, una joven de 25 años—la mayor de las tres allí—tres años mayor que Sasha y cuatro que Mikasa. Sin embargo, la joven Ackerman había podido averiguar con Frieda que la edad no era sinónimo de madurez ya que, a diferencia de las dos, no tenía ni la más remota idea de qué hacer con su vida y vivía siempre con despropósito.
No obstante, desde hace unos meses había decidido que lo suyo era escribir y se había dedicado de lleno a ello, pero como con todo lo que probaba siempre, tenía sus períodos de frustración y reflexión sobre si es que había decidido hacer lo correcto.
—Los párpados me pesan, me voy a la cama.
—Espera, Mika, antes de que te vayas, debo contarte acerca de algo—se apresuró a decir Sasha—, resulta que hoy por la tarde...
—Mejor me lo cuentas mañana, ahora mismo mis niveles de atención y retención están por los suelos.—Sin más, se dirigió hasta su habitación, una que se encontraba en el fondo y la única que tenía balcón.
Aquella se la había adjudicado gracias a su suerte cuando llegó con Sasha al departamento por primera vez y les tocó decidir qué habitación sería para cada una, lo hicieron de la manera más justa y madura posible: con piedra, papel y tijera. Frieda había llegado con ellas hacía apenas cuatro meses atrás, ya que, al quedarles una habitación disponible, pensaron que sería buena idea publicar que buscaban a otra compañera de piso y así poder ahorrar más dinero.
Lo primero que hizo al llegar, fue acercarse a su gaveta y tomar una de sus tantas pijamas afelpadas que la ayudaban a mantenerse abrigada por las noches, esto debido a la deficiencia de hierro que padecía, lo que le ocasionaba tener las manos y pies fríos la gran parte del tiempo; sin embargo, soltó un bufido de molestia al notar que no había ninguna allí y recordó muy tarde que por la mañana había hecho la colada, por lo que no le quedó de otra que tomar una camiseta de algodón muy vieja y holgada, además de unos pantalones—igualmente anchos—y con un patrón de corazones rosas. Para finalizar, se puso sus pantuflas favoritas, unas de peluche blanco de conejito y que fueron un regalo de Sasha en su cumpleaños pasado.
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SIMBIOSIS | EreMika AU
FanfictionLa vida a los veintitantos no es siempre lo que uno espera, sobre todo Mikasa Ackerman, una joven aspirante a diseñadora de moda y poco creyente en las casualidades, hasta que un día el destino hace de las suyas para demostrarle que no todo es blanc...