Capítulo 10 ~ Tiempo fuera

203 21 55
                                    

Al día siguiente y muy temprano, no sería sólo Mikasa y Sasha las que irían a ver a la abuela de la primera, sino que ahora serían cinco personas, aunque una de ellas se había colado en el último minuto y su insistencia fue tanta que la pelinegra no le quedó más remedio que aceptar que fuera con ellos: Frieda Reiss.

La noche anterior, cuando Mikasa terminó de arreglar su pequeña maleta y decidió ir a la cocina por un poco de agua, se encontró a la susodicha hecha un ovillo en el sofá, deprimida y al borde del llanto.

Le pidió dejarla ir con ellos al viaje, aunque ¿cómo es que se había enterado? No lo supo, pero su mayor argumento fue que al quedarse sola en el departamento, sólo recordaría la soledad en la que ahora se encontraba, ya que Grimaldo se había ido y junto con él, Porco, ya que luego de aquello había decidido terminar todo con ella.

—Ya deja de fruncir tanto el ceño que se te marcarán más las líneas de expresión—le recriminó Mikasa a Sasha cuando la castaña observó a Frieda llegar al día siguiente con, no sólo una, sino dos maletas al auto de Jean, quien había aceptado la invitación y, además, ofrecido a llevarlos a todos en su vehículo.

—Es que aún no puedo comprender cómo es que se te ocurrió la genial idea de invitar a Frieda al viaje.—Se cruzó de brazos—. Estoy empezando a creer que estás perdiendo el sentido común.

Mikasa ya sabía que Sasha podría reaccionar de esa manera.

—En primer lugar, yo no la invité, ella se coló; insistió tanto que al final no me quedó de otra que aceptar sólo para que dejara de parlotear—suspiró—, la ha estado pasando mal, dejémoslo pasar por ahora, ¿sí?

Sasha la miró bastante escéptica.

—Por segunda vez te lo digo, espero que no tengas que arrepentirte de esto después.

Mikasa tomó un poco de aire y pensó que no dejaría que nada ni nadie arruinara aquellas pequeñas vacaciones, aunque con el hecho de dejar un rato la ciudad y disfrutar de la paz del campo ya era suficiente.

—¿Estás listas para irnos?—preguntó Jean sosteniendo la puerta del lado del piloto.

—Yo sí—anunció Frieda con voz melódica antes de entrar al auto.

Sasha rodó los ojos y también se metió al vehículo.

—Gracias por ofrecerte a llevarnos, Jean—le sonrió ella amablemente.

—Más bien, gracias a ti por invitarme—convino él devolviéndole la sonrisa—. Ahora que se acabó el semestre en la universidad, prefiero esto de ir con amigos a otro lugar que a mi casa, mi madre, mis hermanos y hermanas pueden llegar a ser muy hostigantes conmigo a veces, sobre todo cuando soy el menor de todos ellos.

Ella no pudo evitar reír.

—Por cierto, espero que su amigo Floch no se haya sentido desplazado, es sólo que no le tengo mucha confianza como para haberlo invitado, Eren y tú me caen un poco mejor.

Jean hizo un gesto de restarle importancia al asunto.

—Por él ni te preocupes, ayer se fue dónde su familia, siempre lo hace porque, desde que puedo recordar, sólo se la pasan viajando fuera del país para disfrutar de todas esas mierdas ostentosas.—Se encogió de hombros.

—¿Ah? ¿Qué dijiste? ¿Floch tiene dinero?—preguntó Frieda luego de haber bajado un poco la ventanilla y oído la conversación.

—Se pudre en el—soltó Eren de repente, quién se encontraba en el asiento del copiloto sincronizando su celular con el tablero digital para poner algo de música para el camino.

SIMBIOSIS | EreMika AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora