El domingo por la tarde, Sasha llegó al departamento, bastante contenta de haber regresado de la casa de sus padres, sobre todo porque había tenido la intención de decirles que quería dejar la carrera, pero sus duras miradas y comentarios la detuvieron en seco y no fue capaz de hacerlo.
Por esa misma razón, es que todo el viaje de regreso pensó en que lo mejor sería no decírselo, sino hacerlo; luego ya acarrearía con las consecuencias. Poco a poco iría llevando a cabo su plan.
«Es más fácil pedir perdón que pedir permiso»
Cuando entró, lo primero que vieron sus ojos fue a su mejor amiga recostada en el sofá, y aunque el televisor se encontraba prendido, ella no parecía estar prestándole demasiada atención, de hecho, su mirada parecía estar ausente y su mente ajena de todo.
—Mikasa—la llamó, pero ella no pareció notarlo, así que lo intentó una segunda vez—: Eh, Mika.
Sólo entonces la pelinegra logró girar la mirada y por fin darse cuenta de su presencia allí.
—Hola, Sasha, justamente me estaba preguntando a qué hora llegarías.
Su expresión lo dijo todo, no necesitó demasiado para saber que algo le ocurría, por lo que dejó su maleta a un lado y se sentó en el borde del sofá.
—Dudo mucho que sea eso lo que te tenía tan enajenada.—Le puso una mano en la rodilla y se la apretó—. ¿Es que acaso ocurrió algo importante en los días en que no estuve aquí?
Mikasa la miró, definitivamente ella sería la primera persona a la que acudiría cuando necesitaba desesperadamente hablar con alguien o pedir algún consejo, pero ese día en particular, sintió la necesidad de no decir nada, de guardarse todo para sí misma aunque aquello le empezara a hacer daño poco a poco. Sin embargo, sí que había algo que podía contarle.
—No, nada interesante, sólo otra pelea con mi madre—confesó y dejó caer la cabeza hacia atrás, aunque realmente ese era el menor de sus problemas.
Sasha la inspeccionó lentamente.
—Pareciera que esta vez si te afectó, traes una cara terrible.
La chica torció el gesto y procedió a contarle lo ocurrido, desde lo mal que se había sentido el viernes, terminando incluso en el hospital hasta que llegó a la casa de su madre en compañía de cierta joven cuyo nombre comenzaba con la letra F.
Omitió a propósito bastantes detalles, como que después de dejar la casa se encontró con Eren y pasaron prácticamente toda la madrugada juntos en la terraza, ya que contarle aquello sólo serviría para que Sasha le dijera "Te lo dije, nunca digas de esa agua no he de beber".
Pero no era sólo eso, ya que Mikasa mejor nadie sabía que aquel suceso había sido sólo el comienzo del fin, uno que había logrado desencadenar en ella recuerdos y emociones que creía prácticamente extintas; ya no quería volver a molestar a su amiga con sucesos pasados, no cuando ella misma pensaba estar convencida de que ya los había superado.
—Sabes que nada relacionado con mi madre podría afectarme ya, lo que pasa es que ayer no pude dormir bien.—Se puso de pie y se alisó la ropa—. Te dejo, estaba a punto de olvidar que tenía planeado pasarme un rato por el albergue de animales.—Le dedicó una tenue sonrisa y se marchó rápidamente del departamento, dejando a Sasha con más preguntas que respuestas.
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SIMBIOSIS | EreMika AU
Fiksi PenggemarLa vida a los veintitantos no es siempre lo que uno espera, sobre todo Mikasa Ackerman, una joven aspirante a diseñadora de moda y poco creyente en las casualidades, hasta que un día el destino hace de las suyas para demostrarle que no todo es blanc...