Capítulo 21 ~ Resolución

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Frieda no salió de su habitación el resto de la noche y muy temprano, al día siguiente, Mikasa tocó la puerta de su habitación.

Una ligera respuesta afirmativa por parte de la chica fue suficiente para que tomara la perilla, la girase y abriera la puerta. Trató de no enfocarse en el estado de la habitación que solo podía resumirse en una palabra: era un desastre, tanto o más que la persona que la ocupaba y que en ese momento se encontraba sentada sobre la cama con las piernas pegadas al pecho.

—Hola—la saludó Mikasa en voz baja—. Te traje una taza de café.

Frieda apenas giró el rostro, pero un leve asentimiento le indicó que podía acercarse.

—Gracias.—Aceptó la taza, pero no bebió de inmediato, sino que la sostuvo entre sus manos, como si quisiera traspasar el calor que esta desprendía hacia el interior de ella.

Mikasa se sentó al borde de su cama y la miró, era evidente que no había logrado dormir demasiado y su rostro, mayormente rebosante de vida, lucía apagado y sus ojos carentes de brillo alguno.

—Lo que pasó anoche, Connie no lo hizo con ninguna intención, eso te lo puedo prometer y...—Se detuvo de hablar cuando Frieda giró la mirada hacia ella.

—Lo sé, lo sé...—Dio un largo suspiro—. Es solo que ayer no me estaba sintiendo tan bien conmigo misma y ver lo que había ocurrido solo propulsó todo lo negativo que llevaba hacia afuera.—Se frotó los ojos—. Me molestó, sí, pero creo que no debí haberle gritado de esa manera, es solo que después de lo ocurrido con Grimaldo, lo sentí como un mal augurio, como si la poca tranquilidad que estaba teniendo hubiese llegado a su fin y no parece estar lejos de la realidad.

Mikasa la oyó atentamente, era una verdadera sorpresa oírla hablar de manera tan sincera, sin sarcasmo o ironía en sus palabras como de costumbre.

Después de todo, aún podía recordar la retahíla de insultos que profirió anoche, tanto que no le extrañó que Connie se hubiese marchado completamente pálido y apremiado por Sasha aun cuando se ofreció a limpiar y comprarle otra planta, pero la única respuesta de Frieda fue mirarlo con desdén y cerrar la puerta de su habitación de un portazo cuando se metió en esta.

—¿Todo está bien?—preguntó Mikasa, tanteando terreno—. No quisiera parecer metida en asuntos que no me incumben, pero me preocupas.

Frieda la miró y entornó los ojos, pero rápidamente recuperó su semblante aletargado.

—Nunca nada ha estado bien en mi vida, esa es respuesta suficiente a tu pregunta.—Hundió los hombros y cerró los ojos.

De alguna manera, Mikasa no quiso insistir, por lo que se limitó a hacerle compañía un momento y aprovechó para observar más a detalle la habitación más allá del desorden y encontró en la pared frente a la cama una pizarra de corcho mediana en dónde había varias fotografías.

Le sorprendió encontrar varios rostros en cada uno de ellos, unos más jóvenes que otros, dos de ellos eran niños de cabello oscuro y ojos claros como Frieda; luego había una joven de 12 o 13 años a lo mucho, casi idéntica a ella, pero tenía los ojos color avellana y, por último, una joven rubia casi de la misma edad que Mikasa y se preguntó si también sería familiar de Frieda, quien al notar lo que ella se encontraba observando, se removió un poco incómoda en la cama.

—Gracias por la taza de café, pero me gustaría estar un rato más sola.—Una invitación amable para que se retirase, Mikasa lo comprendió.

—Si necesitas algo, solo avísame.—Se aproximó a la puerta—. Sasha también está muy apenada con lo sucedido, para que lo sepas.

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⏰ Última actualización: Jun 15 ⏰

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