Capítulo 16 ~ Imponiendo las reglas

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En uno de los restaurantes de comida italiana en pleno corazón de la ciudad aguardaba una mujer de cabello largo y oscuro mientras ojeaba por segunda vez la carta, aunque sin duda ya sabía lo que pediría, pero la persona a la que esperaba aún no llegaba y estaba empezando a preocuparse un poco.

—Hola, siento la demora.

Eren se sentó en la silla frente a Pieck, quien al verlo dejó la carta a un lado y sonrió.

—No hay problema, de hecho recién empezaba a mirar la carta—mintió—, aunque sabes que no es necesario, sé perfectamente lo que voy a pedir.

Eren se acomodó el cabello, ya que había tenido que apurar el paso en algún punto del camino, ya que media hora antes se encontraba ensayando con los chicos y cuando eso sucedía, solía enfrascarse tanto que olvidaba lo demás.

—Déjame adivinar, de entrada unas gambas fritas—comentó él—, como plato fuerte unos ravioles en salsa blanca y de postre...—Se hizo el pensativo—. ¿Un Cannoli?

Pieck apoyó una mano sobre la mejilla y lo miró con diversión.

—Creo que esta vez cambiaré el cannoli por una panna cotta—respondió—, no es tan divertido cuando lo sabes todo.

Eren no pudo evitar reír.

—Desde que te conozco has pedido siempre lo mismo y algo que me decía que en estos años que no nos hemos visto no habrían cambiado mucho tus platillos preferidos.

—Es cierto, sí, pero a lo mejor me anime a probar algo diferente de ahora en adelante.—Lo miró con interés—. Sospecho que el tuyo sigue siendo exactamente el mismo de siempre: espagueti a la boloñesa.

—Sí y la razón por la que lo primero que aprendí a cocinar cuando me fui de la casa de mis padres fue espaguetis, aunque al principio siempre se me quemaban, ahora creo que puedo presumir un poco.—No dudó en estrujarse los nudillos, un gesto que hacía cuando se encontraba relajado.

—¿Ah? Ya que lo mencionas, creo que me gustaría probarlos.

—Cuando quieras.—Se encogió de hombros de forma despreocupada, pero luego se puso un poco inquieto cuando abordó algo que había estado tratando de evitar desde antes—: Por cierto, lo que ocurrió aquel día en la casa de mis padres...—Soltó el aire con fuerza—. Siento lo que pasó, creo que tú sabes perfectamente cual es mi problema con ambos, más que nada con mi madrastra.

Pieck lo volvió a mirar y no dudó en estirar la mano y tomar la de él, luego le dio un ligero apretón.

—Te disculpas con la persona incorrecta; además que no tendrías por qué y te prometo que en verdad creí que estos años Dina habría cambiado su actitud hacia ti pero...—Tragó saliva, pero él no necesitó que dijera más, entendía a lo que se refería—. Lo que le dijiste a tu hermano ese día antes de que nos fuéramos no era mentira, ahora ya no tienes porqué soportar sus desplantes y groserías.

Eren tamborileó la mesa con la punta de los dedos de la mano que tenía libre, el hablar de su familia siempre era algo que lo ponía muy incómodo y a la defensiva.

—¿Crees que podamos ordenar? Muero de hambre.—Cambió de tema bruscamente, pero relajó el gesto de inmediato—. Las pastas de aquí son las mejores que he probado en mi vida, además creo que también me decantaré por probar el tiramisú.

Pieck le dio una mirada fugaz antes de apartar su mano de la suya y no tardó en llamar al camarero.

Aunque habían pasado algunos años desde que se separaron de forma física y sentimental, sin duda él siempre sería alguien especial para ella.

SIMBIOSIS | EreMika AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora