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12:00 PM, Alemania
Narrador Omnisciente.

Khrista se despertó entre la medianoche gracias a una pesadilla. Su cuerpo cubierto por el sudor frío se levantó de la cama para empezar a vestirse luego de una rápida ducha de agua caliente. Abrió la tapa de su teléfono y dejó un mensaje en el buzón de Tom.

"Lo siento por dejarte durmiendo solo, bebé. Tengo que buscar a Gustav".

No tardó en salir por la puerta del motel y darse cuenta que estaba bastante lejos del hotel, pero para su suerte un taxi vino al rescate. Se subió e indicó la dirección del lugar, el chofer arrancó.

Estaba en parte asustada porque realmente no sabía dónde estaba su hermano, tendría que buscarlo y esperaba ver a Georg y que este le dijera que estaba simplemente durmiendo en su habitación. Su hermano era demasiado tranquilo como para hacer las cosas que Khrista tenía en mente, pero no las descartaba del todo.

Al llegar pagó y bajó, entró por esa gran puerta y se dirigió a la habitación del rubio para encontrarlo jugando videojuegos, suspiró profundamente y se acercó poniendose de cuclillas frente a él.

— Gus, ¿Por qué te pones distante cada vez que salgo con los gemelos en algo? —ella lo miró con su rostro serio, cosa que casi nunca Gustav veía. — Digo, si salgo con ellos es tema mío.

— No quiero que te lastimen, ellos tienen a un montón de mujeres detrás suya, ¿Piensas que serás la única? —vociferó mientras ponía el juego de lado y se cruzaba de brazos.

— Sí, lo pienso. —añadió la chica mientras se levantaba. — Los conozco demasiado bien como para saberlo. Tiempo no significa calidad, ¿Sabes? Yo he estado para ustedes todo el tiempo, incluso antes de ser su manager, sé cada cosa que ni te imaginarías que sé.

— No te creo.

— No me creas, pero no quiero discutir ni estar lejos de ti. Eres mi hermano y se supone que tenemos que apoyarnos.

La mayor se levantó, el contrario copió su acción y ambos se unieron en un fuerte abrazo. Gustav se aferró con todas sus fuerzas a ella y se escondió en su pecho gracias a la gran altura de la chica. Tan pronto como se separaron Khrista habló.

— Ahora vete a dormir bobo, es muy tarde y mañana volvemos a casita rodante.

Cuando el rubio asintió y se metió entre las sábanas su hermana apagó las luces y dejó el lugar. Claro que no iba a dormir, iba a ir a ver a Bill.
De su cuarto del hotel se llevó un par de telas pequeñas, ganchos, lana e hilo y aguja. Salió del hotel con su mente en relajación extrema y caminó hasta el hospital.

Bill seguía durmiendo, a Khris no le preocupó que no se haya levantado para nada puesto que si le dejaban el chico podría dormir toda su vida. Miró a su alrededor y tomó el peluche que le había dejado en su mesita de noche y se sentó en la banqueta para comenzar a coser.

Con lana negra empezó a bordar una estrella en el estómago del osito blanco, punto por punto para que quedara perfecta, imitó a la perfección la estrella que Bill tenía tatuada en su vientre. La misma lana que sobró fue utilizada para hacer una especie de peluca que mezcló con lana blanca para copiar el cabello del chico y por último le bordó cejas para pinchar un ganchito en una de ellas simulando el piercing que tenía hecho.

Las horas que estuvo remodelando el oso pasaron volando, una vez terminado guardó sus cosas y fue a sentarse al sillón donde se quedó profundamente dormida con el peluche en brazos.

Bill abrió sus ojos pocas horas después debido a un ruido que confundió entre sueños. Miró a todos los lados de la habitación buscando la proveniencia del sonido y vió a una Khrista dormida, el peluche en la mano con su gancho golpeteando la madera del asiento y las golosinas en su mesita.

'Parece una princesa' pensó el chico mientras se levantaba cuidadosamente cargando con la manta para tapar a la mujer. Sus próximas dos horas fueron perdidas en la acción de admirarla, observar como su pecho subía y bajaba lentamente, escuchar el sonido de su respiración y sentirse enamorado.

Sentado en la camilla vió lo que Khris tenía en su mano, lo tomó y miró al osito con todo el cariño del mundo.

— Lo hice para ti, es como tú versión oso —murmuró la chica entre un bostezo. — No tenía un piercing así que le puse un ganchito.

— Está hermoso, no te preocupes, hermosa. —dijo mientras abrazaba el juguete. — Gracias, Khri.

Ella le sonrió y entre el sueño fue a sentarse a su lado. Él le copió la acción y besó su mejilla con cariño.

Tom's POV

Desperté a eso de las cinco de la mañana entre el vacío de la cama. Tomé mi teléfono seguro de que mi amante había dejado un mensaje y así lo hizo. Cómo pude y combatiendo el sueño me levanté para bañarme y vestirme antes de salir hacia el coche.

Una vez dentro me perfumé y de la guantera saqué uno de los chicles de menta que Wagton siempre guardaba para mí y me lo metí a la boca. Me esperaba un día largo. Encendí el auto y comencé a manejar en dirección al hotel.

Manejando por la ruta pude observar a una mujer esperando que alguien la llevara hacia el mismo hotel. Dudé en frenar pero lo hice.

— ¿Necesitas que te lleven, linda? —bajé la ventana mientras la miraba con una sonrisa. — Voy para ese mismo hotel.

— Sí, por favor. No tenía dinero para pagar el viaje completo del taxi y estoy esperando ver a mi mejor amiga. —la chica anglosajona me sonrió de vuelta y subió al auto con extrema confianza. — Si no es molestia que no te pague.

— A una chica así de preciosa jamás le cobraría.

— Ah, gracias.

Arranqué nuevamente el auto y seguí manejando hasta llegar a destino. La desconocida y yo bajamos y nos dirigimos hacia la recepción, claramente la estaba siguiendo, quería ver la oportunidad perfecta para invitarle un trago.
Ella se acercó a la recepcionista y tomó su bolso, buscando algo en él que no sabía qué, probablemente su reserva o dinero para hacerla en ese momento.

— ¿Te gustaría salir esta noche?

— No lo creo. Buenos días, ¿La habitación de Khrista Schafer?

Abrí tanto mis ojos que mis globos oculares probablemente se saldrían. Quise morir en ese momento. Si ella le decía algo a Khrista era casi seguro que me iba a matar.

— ¿De parte de? —la recepcionista sin siquiera mirarla tocaba en el teclado de su ordenador casi todos las teclas.

— Avril. Seguramente dejó anotado que vendría.

— Efectivamente, se hospeda en la 509.

Sin siquiera mirarla me fui del lugar hacia mi habitación, muerto en vergüenza.

...

s t a r b o y s ;  bill & tom kaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora