Epílogo

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Un mes había pasado desde que Tom hubiera sido ingresado al hospital luego de que lograran reanimarlo, lo indujeran a un coma y la bala fuese removida de su hombro.
Khrista habría dormido sentada junto a él todas las noches, esperando que abriera sus ojos y llamara a su nombre, pero no pasaba.

La muerte pasó mil veces por la cabeza de Schäfer, nada era lo mismo. Bill se había aislado y Georg ya ni se comunicaba, los únicos que mantenían contacto eran los dos hermanos rubios.

A pesar de todo... Ella tenía la esperanza de que todo volvería a ser como antes.

Juraba que volvería a oír cantar a Bill, que volvería a ver a Tom tocar la guitarra, a su hermano golpeando con fuerza la batería y a Georg manejar su bajo. Y juraba que su próxima canción sería algo más profunda y real, y tan dulce que a los gemelos les encantaría.

Una de esas noches en las que dormía en el hospital, la chica chica se despertó en medio de la noche con sed y se levantó a buscar agua.

Al volver por el pasillo oyó su nombre casi en un grito que venía de alguien que lloraba hasta el punto de ahogarse en sus lágrimas.
Y claro... Entró a la habitación de Tom y lo vió con sus ojos abiertos y rojos por el llanto.

— Khrista...

— Todo fue un mal sueño, amor, estás bien ahora. Todo va a estar bien, no llores.

Esa noche la rubia entendió que nunca hay un final, si no un punto y aparte.

s t a r b o y s ;  bill & tom kaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora