XXI. Los demonios son traicioneros.

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En el viaje de vuelta, cuando sus caballos ya pisaban la nieve del bosque, Robert notó que la mirada de Jimmy estaba algo perdida, se veía reflexivo; seguía distraídamente al caballo de Robert, sin siquiera enfocar la mirada en el camino.

El demonio estaba por preguntar si había algo en su mente, pero Jimmy lo miró y habló primero:

—¿Qué tan confiable es ese demonio?— preguntó de pronto. Robert se tranquilizó, suponiendo que eso era lo que rondaba su cabeza.

—Mucho, es un amigo de mi infancia— aseguró. Jimmy simplemente asintió—. ¿No confías porque es un demonio? Es verdad, no deberías confiar en él, porque tú eres un humano, eres su comida— se aseguró de observar a Jimmy, en busca de un cambio en su expresión.

—¿Estás intentando asustarme?— lo cuestionó, sin haberse inmutado en el exterior, pero sus manos sudaban contra las riendas de su caballo. El rubio volteó los ojos.

—Empiezo a pensar que eres inmune al miedo— se encogió de hombros—. Eres probablemente el primer humano en ir al mundo demoníaco por voluntad— comentó. Jimmy soltó una risa airosa, sin creerle. Luego se quedaron en un apacible silencio, el sol comenzaba a ocultarse, tiñendo de carmín las nubes.

Jimmy miró a Robert, la mitad de su rostro iluminado, con el reflejo en sus pupilas y la calma con la que volteó a verlo.

—¿Puedo hacerte una pregunta personal?— pidió Jimmy. Robert estaba serio.

—Preferiría que no. Ya sabes demasiado— se volteó y golpeó las costillas del caballo con sus botas, para que acelerara el paso un poco más.

Page suspiró, si los demonios que el amigo de Robert enviara conseguían terminar con la guerra, Jimmy estaba casi seguro de que sería la última oportunidad para preguntarle a Robert.


Al llegar al campamento de refugiados, fueron recibidos por Ashen, quien corrió hasta su hermano para averiguar sobre su viaje. Jimmy guardó los detalles para después y comenzó a dar órdenes, pues al amanecer, Robert partiría de nuevo por los demonios a la entrada al mundo demoníaco y Jimmy quería llevarlos al campo de batalla lo antes posible y así evitar que se pudiera filtrar algo sobre sus nuevos aliados.

Ya entrada la noche, mientras Jimmy daba vueltas por el campamento de refugiados, afinando detalles e instruyendo a su gente en las labores de preparación, Robert volvía del bosque, caminó directo hasta el mayor de los Page, con una expresión seria.

—Algo anda mal— le dijo, consiguiendo que Jimmy terminara su conversación y le dedicara su atención al demonio.

—¿Qué sucede?

—Nathara no se presentó en nuestro punto de encuentro— aseguró.

—Tendrá alguna excusa— le restó importancia, ya que estaba bastante ocupado.

—No, ella-

Robert sintió un hormigueo en la mano, por lo que abrió su puño para ver su palma. Jimmy jadeó ligeramente al notar que la cicatriz del pacto había desaparecido.

—¿Qué significa?— inquirió extrañado. Robert estaba tan impresionado como él.

—Morrison está muerto— le dijo serio. Jimmy se sorprendió.

—¿Estás seguro?

—El pacto no se habría terminado si no lo estuviera— aseguró.

Ambos compartieron una mirada prolongada, claramente pensando en lo sucedido; el demonio observó su mano con incredulidad.

Jimbert - Carry on wayward sonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora