XXV. Últimas palabras

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El padre no pudo evitar reírse, al ver la expresión de horror de Jimmy, que se transformó en coraje. Ashen cruzó los restos del muro y pateó a Jimmy en la pierna, aprovechando que no estaba en posición de combate. El hermano mayor retrocedió, sosteniendo su espada frente a él.

—Eres un desgraciado— le dijo a su padre, que sólo sonrió.

—Quizás no pueda ganarte con la fuerza de Ashen y mi mediocre habilidad con la espada, pero será divertido verte pelear con él— señaló, entregándole la espada a su marioneta y arrojándolo a la batalla.

Jimmy apretó los dientes, manteniéndose a la defensiva. Era verdad, él no quería herir a Ashen, pero si se veía en la necesidad, podría incapacitarlo para pelear.

Su hermanito lo presionó, cargando contra él con esa pesada espada y obligándolo a moverse por el palacio para esquivar sus ataques. Jimmy se llevó un par de cortes superficiales, pero se mantuvo firme.

Ashen se las arregló para empujarlo fuera de una ventana, hacia uno de los balcones laterales, que tenían salida a una terraza. Jimmy se cortó con los cristales de la ventana y supo que no podría seguir así. Lanzó un ataque hacia su hermano, dejando un corte en el brazo que sujetaba la espada.

—¡Ouh! Qué mal hermano mayor— señaló su padre, atravesando la ventana rota. Ashen sacudió su mano, su sangre tenía un aroma peculiar, pero Jimmy ya lo había olido antes; era el mismo que tenía el cadáver de Dina Barron.

Eva lo había explicado, la clave era la sangre, sangre del hechicero y del demonio, pero en el caso de un humano había que reemplazar parte de su sangre con la de un demonio, así que eran tres tipos de sangre. La mezcla y los componentes del hechizo debían ser los responsables del aroma; pero si la sangre era la clave para el control, también debía serlo para la liberación.

En el brazo de su hermano estaba la marca de un catéter, debían estarlo llenando de sangre durante el combate con Robert, lo que significaba que el hechizo podría no estar terminado del todo.

Jimmy cortó más, la piel de su hermano se llenó de heridas abiertas y sangrantes y el aroma peculiar inundó el balcón. Con Jimmy contraatacando, su padre no podía conseguir que la marioneta lo acorralara y los cortes hicieron que Ashen soltara la espada.

—Qué cruel eres con tu hermanito— lo regañó su padre, incapaz de creer que pudiera lastimarlo, arruinando su estrategia. Jimmy se prometió que se disculparía después, pero no se molestó en mirar a su padre. Continuó cortando a Ashen, consiguiendo un charco de su sangre en el suelo, pero el aroma comenzaba a reducirse, lo que hizo sonreír a Jimmy.

El padre de Jimmy llevó una mano a la altura de su ojo, donde el sello morado parpadeaba, mientras él perdía el control de su marioneta. Observó las acciones de Jimmy y dedujo lo que hacía, maldiciendo el intelecto de su hijo.

El pecho de Jimmy fue golpeado por un sello de papel, que lo dejó paralizado, contra los tres escalones que llevaban a la terraza. La marioneta regresó lentamente hasta su espada y la sostuvo en sus manos, pero el sello morado continuaba fallando, así que Ashen soltó la espada.

—Inútil— gruñó el padre. Caminó hasta allá y él mismo levantó la espada, arrastrando a Ashen del brazo, empujándolo contra la baranda del balcón.

La tinta del sello se desvaneció y Jimmy pudo ponerse de pie, limpiando el sudor de su frente con su manga.

—¿Ya te diste cuenta de que no puedes conmigo?— se burló Jimmy. El padre se veía molesto, pero le dio una sonrisa, con el sello en su ojo brillando tenuemente, a la vez que Ashen subía a la baranda del balcón. Jimmy se molestó.

Jimbert - Carry on wayward sonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora