XXIV. Eres una marioneta

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Los ojos de Jimmy se abrieron lentamente, un cálido sol de primavera bañaba sus mejillas; sus ojos se fijaron en el demonio rubio que parecía cocinar algo; se había puesto los pantalones y la camisa nada más. Jimmy se incorporó, apenas levantando su espalda de la cama de flores, su capa roja cubría su desnudez.

—Buenos días— canturreó Robert, al escucharlo moverse.

—¿Qué haces?— Jimmy preguntó adormilado, comenzando a olfatear hojas de té. Robert sirvió el agua en un cuenco y lo llevó hasta Jimmy, arrodillándose para ofrecérselo.

—Un poco de té— se inclinó para besar la mejilla de Jimmy, quien le dio una mirada triste. El demonio se mostraba contento, como si no supiera que ese día todo acabaría.

—Robert— sujetó sus manos, que todavía sostenían el cuenco—. No te preocupes, mi vida era corta de todos modos, insignificante para un demonio tan viejo— explicó. Los ojos de Robert se ampliaron, pero no apartó la mirada—. Me olvidarás— le dio una suave sonrisa. El demonio no dijo nada por un rato, sólo miraba sus ojos, sin reaccionar. Jimmy bajó la cabeza al sentir que Robert empujaba sus manos.

—Bebe tu té— le dijo con una leve sonrisa. Page sostuvo el cuenco tibio entre sus manos, observando a Robert ponerse de pie y terminar de vestirse.

Suspiró suavemente, pero bebió el té.


Robert regresó hasta él con la ropa doblada y la colocó a su lado. El pelinegro se puso sus prendas, luego recordó que Robert ocultó algo debajo de la piedra de los frutos secos y estiró la mano para verificar, pero no había nada.

—¿Buscas esto?— le preguntó Robert, con el papel en su mano.

—¿Qué es?

—Es la hoja de un libro sobre los pactos de sangre; la arranqué ayer antes de dejar el reino demoníaco. Dice que existe una forma de romper un pacto de sangre y es ofreciendo algo de igual o mayor valor a cambio— explicó, ante la mirada atenta de Jimmy—. Si tu vida o tu alma es lo que el demonio obtiene del pacto, la vida de tu hermano de sangre valdría lo mismo— contó. Jimmy se sorprendió—. Pero tú diste tu vida por él... dos veces, así que no estarías dispuesto, pero quizás... la vida de tu padre— comentó.

—No. Creo que mi alma tiene un valor especial para él— aseguró Jimmy.

—¿Por qué?

—Es su venganza contra ti. Le quitaste todo lo que tenía, él te quitará lo que amas. Lo entendí ayer. Mi alma en sí no tiene tanto valor como para que sea conveniente hacer un pacto por ella, pero lo hace para vengarse de ti, porque resultó que sí estás enamorado— explicó.

—Bonzo— Robert se dio cuenta, su ceño fruncido y dientes crujiendo de coraje. Era verdad, Robert mató al amado esposo de Bonzo durante la guerra y luego al mismo Bonzo. Era un miserable traidor a él y a su padre, quienes habían hecho tanto por su familia y todavía se atrevía a querer robarle su mundo a Robert. El rubio enfureció.

—Ya no importa, Robert— trató de tranquilizarlo—. Yo ya acepté mi desti-no— su última palabra apenas salió de sus labios; sus ojos luchaban por cerrarse y la imagen frente a él era borrosa, apenas podía distinguir la silueta de Robert caminando hacia él—. ¿Qué-qué tenía el té?— musitó.

—Todo mi amor— comentó Robert—. No puedo dejarte morir. No frente a mí. No mientras pueda hacer algo— aseguró, mientras Jimmy se tambaleaba, perdiendo el conocimiento. Robert lo atrapó en sus brazos y lo recostó sobre el pasto verde junto al río—. Cuando despiertes todo habrá terminado— murmuró, besando su frente.

Jimbert - Carry on wayward sonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora