XXVI. El fantasma de Jimmy Page

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Los ojos verdes se abrieron en aquel prado lleno de césped, a su lado estaba el demonio de las almas, bebiendo su tarro de cerveza, esta vez lo terminó de un trago y le sonrió a Jimmy, quien comenzaba a ponerse de pie.

—¿Ya estás satisfecho? Tu hermano heredará el gobierno— sonrió Bonzo—. Te hice un gran favor, ¿no me vas a agradecer? Tu alma no vale tanto— comentó, lo que Jimmy ya suponía. Revivirlo no era sólo para que Jimmy estuviera de acuerdo con entregar su alma; Bonzo lo hizo, en espera de que se reencontrara con Robert y el rey demonio tuviera que perderlo ante sus ojos otra vez.

Jimmy miró a Bonzo, luego al prado verde a su alrededor.

—¿Qué es este lugar?

—Es el plano de las almas— dijo, desinteresado—. No le des importancia. Es hora de comer— sonrió de forma aterradora, enseñando todos sus dientes.

—¿Lo es?— le preguntó. Bonzo pensó que la muerte debía ser confusa para las débiles mentes humanas.

—Por supuesto; en mis oídos cantan las campanas, mientras escucho al perro de Plant lloriquear por tu alma, que ahora es mía— sonrió.

—¿Lo es?— repitió. Bonzo frunció el ceño, confundido de que lo dijera otra vez, pero se rió incómodamente.

—No pienses que puedes romper un pacto, hay consecuencias— le recordó—. Seguramente tu hermanito las pagaría— explicó.

—Hoy me enteré que el hechizo de marionetas de Eva Nora era una especie de pacto de sangre forzado, tiene los mismos principios y también, es inútil ante el poder del nombre real de un demonio— explicó. Bonzo comenzó a molestarse, pues no entendía de quién hablaba ni a dónde iba con eso—. Por lo que Robert me contó, que un demonio te dé su nombre también funciona como una especie de maldición que te vuelve inmortal, te ata al demonio que te dio su nombre; probablemente él no lo sepa, pero esa debe ser la razón por la que Ubel Beaufort sigue vivo— reflexionó—. Es sólo una conjetura, pero creo que mi alma le pertenece a Robert desde el momento en que me dijo su nombre— sonrió.

El ojo de Bonzo se crispó y respiró pesado, como si estuviera conteniéndose.

—No...

—Yo también lo escucho llorar, puedo sentir sus lágrimas en mi rostro y sus brazos estrujándome— comentó, sin dejar de mirar a Bonzo, quien se veía más molesto cada vez—. Robert dijo que se puede evadir un pacto al ofrecer algo de igual o mayor valor, pero creo que también se evade si un poder mayor reclama una parte del pacto. Trajiste mi alma aquí para nada— le sonrió. Bonzo trató de sujetar el brazo de Jimmy, pero sólo atravesó su alma como si nada. No podía tocarlo.

—Pequeño hijo de puta, me engañaste— enfureció

—Ojalá lo hubiera hecho, pero esto no era parte de mis planes— aseguró—. Yo estaba listo para morir, era Robert quien se negaba a dejarme ir— sonrió.

—¡Noooo!— Bozno se abalanzó contra Jimmy, pero este despertó en los brazos de Robert, tomando aire de golpe y tocando su propio abdomen, donde no había heridas ahora.

El demonio lo miró con sorpresa, no comprendía qué estaba pasando pero lo abrazó con fuerza.

—Jimmy— lloró.

—Robert me aplastas— comentó. El demonio sonrió en medio de su llanto y lo abrazó de forma más suave, antes de besar sus labios brevemente y luego hundir su rostro en su hombro.

—Por favor dime que no voy a perderte otra vez— suplicó el rey demonio, llorando en sus brazos. Jimmy acarició su cabello y le dio una suave sonrisa.

Jimbert - Carry on wayward sonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora