X. Contestarás a mis preguntas

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Al alba, Jimmy fue forzado a despertar cuando las cortinas de su habitación fueron abiertas. Se vio obligado a tomar un desayuno temprano y estar de pie, arreglado, para sus deberes del día, antes de las ocho de la mañana.

Ashen le ayudó a estudiar algo de política durante una hora; posteriormente entrenó por otra hora; aprovechó eso para regresar a su alcoba y tomar un largo baño en tina, con cómoda agua caliente y jabón suave. Sonrió ante uno de los placeres de la vida, que era ese relajante baño, pero luego abrió los ojos con un ápice de preocupación. La puerta de la habitación de Robert estaba cerrada cuando pasó junto a ella, no había escuchado de él desde su berrinche de la noche anterior y le preocupaba un poco que siguiera molesto, pero no se atrevía a llamar a su puerta.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la señorita Barron, quien trajo su ropa limpia y una nueva lista de deberes. Jimmy soltó un gemido de frustración y se hundió en la tina. La señorita Barron dio una suave risa.

—Su querido amigo se sentía muy enfermo ayer, luego de su visita. No sería mala idea asegurarse de que se encuentre mejor— sugirió. Jimmy se elevó suficiente para que su cabeza estuviera fuera del agua, tenía una sonrisa.


Con su traje limpio y bien puesto, caminó hasta la gobernadora con una expresión tranquila. Ella revisaba documentos con su mirada de falta de horas de sueño y se podía percibir la tensión en sus hombros.

—Gobernadora, me gustaría cumplir mi lista de deberes, pero mi deber como amigo es mayor y necesito visitar a Jeff para asegurarme de que se encuentre mejor— explicó humildemente. La gobernadora apenas le dio una mirada.

—Ve— comentó. Jimmy aguantó la sonrisa y le dio su agradecimiento, antes de dar media vuelta—. Espera— lo detuvo. Page maldijo en silencio, pero la volteó a ver de nuevo—. No olvides llevar a tu guardia personal, no es bueno que andes por ahí sin protección— aclaró.

—Es su día libre— lo excusó Jimmy.

—Él no tiene día libre— aseguró la mujer; agitó una campanilla y la señorita Barron no tardó en aparecer en la habitación—. Llama al guardia de Jimmy, tiene que acompañarlo a casa de los Beck— se dirigió a Barron, quien aceptó la orden. Jimmy no estaba muy contento, pero no iba a protestar más.


Cuando Robert subió al carruaje tenía esa expresión de desprecio hacia el mundo. Como se sentó en silencio, Jimmy hizo lo mismo. El rubio había estado observando el exterior por la ventanilla, hasta que dio una mirada fugaz a Jimmy, quien se sintió forzado a dar media sonrisa, pero el gesto no fue recíproco.

—Oye... Si quieres información sobre hace un siglo, mi padre tiene algunos manuscritos de hechicería muy antiguos, podría pedirle acceso— comentó Jimmy. Robert lo miró de nuevo—. Sólo hay que esperar a que regrese de su viaje— le dio otra sonrisa.

—¿Tu padre es hechicero?— preguntó con tono serio.

—El mejor del reino— aseguró.

—Y aún así tu madre le puso los cuernos— comentó con mirada sombría. Jimmy se mostró escandalizado.

—¡Robert!— le reprendió—. Es un tema tabú en la ciudad y no debe ser discutido, mucho menos frente a mi padre.

El rubio rodó los ojos, los humanos eran tan falsos con sus promesas de amor, traicioneros y egoístas.

—¿De tu padre aprendiste hechicería?— ignoró su regaño.

—Tengo una maestra que viene a enseñarme cuando necesita financiamiento, yo no estoy obligado a hacer más que observar y ella gana algo de dinero extra. Mi padre sólo me enseñó un par de cosas, pero como mamá no me obligaba a aprender y soy un flojo profesional, no presté mucha atención— se encogió de hombros.

Jimbert - Carry on wayward sonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora