Metanoia—. Viaje que cambia la forma de pensar, de sentir, de ser, o de vivir de alguien
Madison había llegado por fin a su nueva vida. Después de tanto tiempo de dedicación e intentos por ingresar a esa universidad, finalmente lo había conseguido y había llegado el momento. Lo más especial de todo, además de que era una de las más importantes en la carrera de economía, era que su hermano mayor, Aaron Foster, también estaba allí. ¿Qué mejor momento para reencontrarse con su hermano? ¿Quién mejor para guiarla en ese nuevo proceso?
Así que allí estaba, lista para darle una verdadera sorpresa cuando tocase la puerta de su apartamento y le dijera que iban a estudiar juntos en el mismo lugar. Confiada de la bondad de Aaron, ni siquiera había buscado mayores referencias de apartamentos o residencias donde vivir. Esperaba que su hermano le diese espacio durante un tiempo para poder acomodarse mejor, porque obviamente no quería ser una pesada o estorbo en la vida de él.
Feliz de su sorpresa, y habiendo ignorado los avisos de los gemelos de que esa era una pésima idea, estaba allí, de pie frente al apartamento de Aaron Foster. Estaba nerviosa por esa nueva aventura y, aunque él no era precisamente muy cariñoso ni habían tenido una buena relación familiar, esperaba que estando más cerca suyo pudieran cambiar las cosas. Ella lo quería muchísimo, por mucho que sintiera tantas veces de lo poco que a él le importaba.
Y esa fue una de aquellas veces.
Después de tocar el timbre durante al menos veinte o cuarenta minutos, tomó su teléfono y llamó por decimosegunda vez al número de su hermano mayor.
"Por favor, contesta"
—¿Qué quieres? —respondió él con desgana. De por sí era bastante renegón y tenía poca paciencia, parecía no estar teniendo un buen día tampoco.
—¡Aaron! —dijo aliviada cuando lo escuchó—. ¿Dónde estás?
—¿Qué te importa? —respondió él—. Estoy ocupado, Madi, llámame más...
—¡No! ¡Aaron! Por favor, escúchame. Quería que fuera una sorpresa pero estoy afuera de tu apartamento, me han trasladado a tu universidad y estudiaremos juntos, ¿no es grandioso?
Ella solo hacía todo lo posible para no oírse tan nerviosa. Esperaba que su hermano fuera un poco más comprensible esta vez. Aunque conociéndole, iba a gritarle o a molestarse de todas las maneras posibles por llamada telefónica.
—¿Qué? ¿Es una broma o que? No estoy de humor para ninguna visita.
—Hablo en serio, ¿puedes abrirme la puerta? No tengo a dónde más ir, solo... te tengo a ti.
—Ay, carajo, Madison, de todos los lugares donde pudiste ir, decidiste invadir mi universidad, qué bien por ti. Mira... —dijo y la llamada empezó a cortarse un poco—. Estoy de viaje y no regresaré hasta dentro de una semana. Voy a llamar a alguien, él te ayudará hasta que yo llegue, ¿bien? Será como si yo estuviera allí contigo, ¿recuerdas a Rex, verdad?
—¿Qué?
Por un instante sintió su corazón detenerse y algo burbujeó en su pecho ante la expectativa de volverse a ver nuevamente. Una abrumadora sensación de ansiedad eclipsó su mente ante la idea de volver a reencontrarse con su amor platónico de la escuela, por quién tanto había esperado y suspirado. Sabía que eventualmente se encontraría con él, pero no quería que eso invadiera sus pensamientos para empezar a torturarse otra vez con ese amor infantil que sentía por él.
—Sí, Rex irá allá, volveré en una semana aún pero puedes quedarte en mi apartamento. Cualquier cosa que necesites escríbele o escríbeme a mi, no importa. Espera ahí, le diré que te dé el alcance.
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Calma y Tormenta ©
RomanceMadison Foster no estaba enamorada del chico más popular del instituto, ni del más rudo o, quizá, del más fuerte. No A Maddie, una muchacha extrovertida, que le encantaba salir de fiestas y que no tenía ninguna dificultad en ligar con el tío más cod...