Capítulo 11: Ultreia

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Ultreia—. Sinónimo de "fuerza" o "seguir adelante"

—No voy a quedarme en la residencia contigo y tus amigos, estás bastante loco si crees que...

—Tengo otro lugar, es un edificio un poco más lejos. No me quedo ahí porque vivir solo en un lugar tan grande resulta bastante triste. Quédate ahí lo que quieras.

Ay no

—Rhett, gracias pero no es lo mejor.

—Solo por hoy, necesitas descansar al menos. Déjame llevarte allí, acomódate y luego me das una respuesta si encuentras algo mejor. No voy a dejarte aquí tirada. Es más, nos vamos ahora.

Rhett se puso de pie, tirando de la maleta con bastante decisión. En el auto, y con bastante silencio, Madison se recargó sobre la puerta, mirando distraída cómo se alejaban del centro de la ciudad, de la universidad. Realmente estaba más lejos de lo que había imagino, eran al menos media hora conduciendo un sábado por la mañana y sin tráfico. A las afueras de la ciudad, en un edificio bastante grande, tenía una entrada ovala y la entrada estaba decorada de flores y palmeras. Avanzó sola y en silencio, dejándole atrás mientras él aparcaba el auto en el valet parking. El lobby era aún más grande y muy bonito.

—Ven —Le escuchó decir al pasar por su lado, cargándole la maleta de cuatro ruedas.

Esperar a que llegue el ascensor y hasta subir a uno de los últimos pisos del edificio resultó aún más extenso de lo que ya parecía. No se atrevía a decirle mucho, siquiera lo siguió de cerca cuando él salió del ascensor y saludó a un hombre de mediana edad sentado detrás de un corto mostrador. El señor se levantó y le dio un saludo con la cabeza, mirándole bastante sorprendido.

—Hola, Mark, ya me tienes de regreso.

—Qué bueno tenerte de vuelta, Rhett.

—Gracias, ¿ha llegado alguien?

—No, nadie viene por aquí nunca.

Eso era demasiado, resultó aún más delirante cuando entraron al departamento, muchísimo más grande que el de su hermano, definitivamente.

—La verdad no me gusta estar aquí.

—¿Es un duplex?

Rhett soltó un jadeo suave y murmuró entre dientes—: Si, algo así.

—Es muy bonito, ¿por qué no te quedas aquí en lugar de estar en un cuarto pequeño en esa residencia? ¿Esto es tuyo?

—Es uno de los departamentos de mis padres, ellos nunca están aquí y lo compraron para que me sea más fácil movilizarme en la universidad. Pero es muy grande para una sola persona. Puedes coger cualquier dormitorio que quieras, siéntete como en casa, puedes llamar al lobby por comida, o si necesitas algo del supermercado.

Madison se quedó en silencio viendo las escaleras de vidrio, los muebles y las arañas que iluminaban el salón, bastante grande para ser un apartamento nada más. Tenía bastante curiosidad por recorrer todo y cada una de las habitaciones, espacios, salones...

—Es bonito... ¿a dónde vas? —preguntó al verle sosteniendo la perilla de la puerta principal, bastante listo para irse.

—Tengo cosas por hacer, Madi. Si quieres puedo volver más tarde.

Madison suspiró profundo, asintiendo lentamente y dijo—: No importa Gracias por traerme, no me quedaré mucho tiempo, buscaré algo bueno como la residencia en la que vives.

—No te preocupes, por mí puedes quedarte aquí todo lo que quieras.

Asintió lentamente, observando cómo se acomodaba el cuello del abrigo y se daba una mirada al espejo de la entrada para peinarse cada mechón de cabello. Era tan guapo que no pudo evitar quedarse viendo como una tonta esos preciosos ojos verdes, su cabello oscuro y lacio que caía de lado, la mandíbula que se marcaba más cuando se enojaba, y esos labios que moría por besar.

Calma y Tormenta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora