Capítulo 15: Vedar

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Vedar—: Prohibir o impedir que una cosa se haga

Rhett sentía morirse de preocupación esa noche. Había pasado las últimas cuatro horas pensando en Madison, buscándola por todas partes y molesto consigo mismo como para no haber sido lo suficientemente inteligente como para haberle contestado la llamada. Había discutido con Aaron, como muy pocas veces lo hacía. Como nunca, había peleado a gritos y empujones porque era un hermano de mierda con su hermosa... con Madison. Le había importado una mierda el decoro, la compostura y las apariencias cuando estuvo a punto de agarrarse a golpes con su mejor amigo si no fuera por Joe. Por primera vez le había importado una real mierda de que Aaron sospechara algo. No había absolutamente ninguna razón para tratarla de esa manera. Le había sido imposible no sentir su corazón romperse cuando los ojos avellana de Madison brillaron húmedos sobre él, mirándole avergonzada y tan triste. Qué ganas había querido de correr para envolverla entre sus brazos, llenarle la cabeza de besos y mimos que pudieran borrar esa mirada triste que últimamente tenía encima.

—¿Qué demonios te pasa? —Le había preguntado Joe con bastante confusión cuando le empujó lejos de Aaron—. No es para tanto

¿No era para tanto? Rhett pasó las tres siguientes horas intentando calmarse y las dos siguientes muriéndose de miedo por ella. Tenía esa increíble necesidad de abrazarla, de protegerla y prometerle que todo estaría bien. Que no habría nada en el mundo que le impidiera cuidarla, de quien fuera necesario. Quería verla sonreírle de nuevo, que tuviese esa energía y optimismo tan vivaz con el que llegó. Y ahora... solo la veía triste y apagada todo el tiempo. Sentía que estaba haciéndole daño, que estaba hiriéndola.

Mierda no podía más y ella se lo ponía muy difícil. Qué ganas tenía de ir y arrancarle esa sonrisa triste a besos, de abrazarla y llenarla completa de esa tibia sensación que lo recorría completo, que lo traía de cabeza. Y qué ganas de romperle la cara a cada imbécil que se acercaba a ella con las claras intenciones de tener algo más, con... su preciosa y dulce Madison.

No podía simplemente ignorar el hecho de que ella tenía a un par de estúpidos esperando la pequeña oportunidad para tener algo más, que estarían más que dispuestos por robarle un beso, al menos, si se presentaba la oportunidad. Y mientras estaba Rhett, rechazando las últimas oportunidades que le quedaba con Madison. Quería pensar que estaba haciendo lo correcto, que sería una terrible idea dejarse llevar por sus sentimientos que empezaban a quemarle vivo. No quería que tuviera problemas con Aaron por culpa suya, y tampoco quería perder a su mejor amigo. Era simplemente inimaginable, prefería mantener las cosas como estaban, fingir que no se moría por ella y que era indiferente, que estaba enamorado de Jessica o lo que fuera que lo ayudase a mantenerla lejos de él (lo cual estaba funcionando bastante bien). Estaba listo para continuar con su plan, cuando llegó a la cabaña y lo primero que vio fue a Madison besando a alguien más como si la vida se le fuera en ello. Había visto cómo se miraban y cómo le sonreía a esa persona que no era él.

Rhett dejó caer la cabeza sobre el respaldar del auto al recordar una y otra vez lo que había sucedido el último sábado, dos días atrás. De pronto ese estupido plan suyo había dejado de ser bueno cuando notó, por primera vez, lo rápido que estaba perdiéndola ¿Qué demonios estaba esperando? ¿Qué Madison se sentase a esperarle? ¿Que realmente estuviese enamorada de él como para rogarle un poco de su atención? Por favor, Madison era preciosa, era un jodido ángel caído del cielo y estaba loco por ella, ¿qué le había hecho creer que no podía encontrar a alguien mejor? Era una mujer extrovertida, divertida, elocuente, atrevida. Si ella quería podría salir con Bastian mañana mismo y él no tenía ningún derecho de decir nada.

—¡Mierda! —gritó furioso, golpeando el claxon con fuerza en medio del estacionamiento de la universidad. Dejo caer su cabeza sobre el volante, cubriéndose con los brazos mientras inspiraba fuerte en un ridículo intento por calmarse. Era desesperante lo rápido que perdía la compostura por ella.

Calma y Tormenta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora