Capítulo 13: Chari

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Chari—. Frío

—Cierra tu boca, Rex —escupió su hermano, bastante cerca de su mejor amigo como si fueran a golpearse en cualquier momento—. Hoy no tengo paciencia para tonterías, ve a hacerte el héroe a otro lado.

Madison se dio vuelta, dejando atrás el pequeño problema que se había creado. Joe tenía la puerta entreabierta y la miraba con lástima.

—Te dije que no entraras, ¿necesitas que te lleve a algún lugar?

Increíble que incluso sus amigos fueran más considerados con ella que su propio hermano.

—No, yo... me iré por allí ¡Solo quiero que sepas que eres el peor hermano del mundo! —gritó a Aaron que discutía extasiado con su amigo.

—¿Estás segura? No me molesta

Madison negó con la cabeza y le dedicó una sonrisa débil. Se fue de allí caminando, sin siquiera saber a dónde debía llegar. Enfundaba sus manos en los bolsillos de la fina chaqueta que había llevado para esa ocasión. Su hermano respetaba a Rhett mucho más de lo que la respetaba a Madison, sabía que por mucho que pudiera enojarse con él, nunca le gritaría y echaría cómo acababa de hacérselo a ella. ¿Era malo que quisiera mejorar la relación fraternal que tenía con Aaron? Siempre lo había admirado, tanto que había sido su ídolo durante toda su niñez y gran parte de su adolescencia. Quería su fortaleza, su decisión y madurez, quería ser un líder como él y formarse como una profesional completa, tal como era Aaron. Se sentía increíblemente triste después de haber hecho tanto y esperado para que al final echándola de su edificio sin importarle a dónde. Eso le dolía más, pensar que para su hermano mayor ella no significaba absolutamente nada.

Se dejó rendir mientras caminaba por las calles solitarias, sin rumbo fijo siquiera, cuando la llamada de su madre sonó en su teléfono.

—¡¿Dónde estás?!

—Acabo de salir del edifico de Aaron, estoy... caminando por ahí.

—¿Por ahí? Ya van a ser más diez de la noche, Madison —oyó la voz de su madre decir con desesperación—. Sabía que esta era una pésima idea, fue mi culpa, espérate nomás que hablé con tu hermano. No es posible, nadie lo podría creer.

—Mamá... Estoy bien, no tienes que llamarme todos los días para saber cómo estoy. Yo me encargo de esto.

—Estoy preocupada porque no tienes dónde quedarte. Estoy intentando comunicarme con Aaron, no puedo creer lo malo que es  —espetó molesta—. Madison, te di una tarjeta de crédito para emergencias. Quiero que vayas al hotel donde siempre nos quedamos, pídele una habitación. Creo que podría pedir a alguien que pueda recibirte...

Madison rodó los ojos, avanzando bajo la penumbra que oscurecía las calles por varias cuadras. Ahí, a dos manzanas de distancia, podía reconocer el centro donde había más concurrencia y movimiento.

—¿Ah, sí?

—No haría esto nunca pero no es mala idea hablar con la señora Bradford y...

—Mamá, está bien, ya tengo donde quedarme. Es... en la casa de una amiga.

Un silencio sepulcral abarrotó la llamada, como si acabase de colgarle el teléfono. Miró la pantalla de su celular confundida, el conteo de minutos corrían aún. Había hablado con su mamá los primeros días que llegó y después todo se había limitado a mensajes de texto, seguro confiada en que estaba bien. Aparentemente su madre y Aaron ya habían tenido una conversación esa misma tarde.

—¿Y puede saberse quién es la amiga?

—No la conoces —mintió rápidamente ¿O debía decirle que estaba quedándose donde Rhett? Sabía que le tenían mucha confianza a él, que era parte de la familia y como un hijo más para su mamá.

Calma y Tormenta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora