Capítulo 12: Gaman

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Gaman—. Capacidad de superación, de perseverar con paciencia, de aguantar y resistir ante los reveses de la vida.

Madison tenía las mismas ganas de Taylor de estar allí: ninguna. Habían llegado al centro comercial y ya que su compañero parecía más emocionado por quedarse en el auto que por pasar un solo minuto más con ella, sopesó dos caminos: irse a hacer absolutamente nada, o simplemente intentar que eso funcione. Inspiró profundo, mirando de reojo a Taylor más preocupado por ver su teléfono que ir a ninguna parte. Sí, ya le había quedado claro lo poco que quería estar allí, ¿en qué momento se le había ocurrido que esa era una buena idea? Siempre se le ocurrían ideas terribles. Hubiera preferido diez veces irse con su amigo Travis que ver la cara de Poker de Bradford.

—¿Qué? —preguntó el, como si tuviera algo en la cara.

Madison le abrazó del brazo, jalándole fuera del centro comercial que daba la vista al mar, una vista muy hermosa.

—No sé si siempre eres así, o es que ha pasado algo. Antes recordaba que era divertido estar contigo, ahora... no lo es.

—Estoy hecho mierda, ¿eso querías escuchar?

Madison rodó los ojos.

—Y solo para saber, ¿tiene algo que ver con la novia de Rhett?

—Ese hijo de perra, cómo le odio... —bramó Taylor, soltando un grito ahogado al cielo. Le había dado en el clavo y ella le entendía.

Dejó caer la cabeza sobre el hombro de su compañero, suspirando profunda y trágicamente, como si acaso se tratase de un amor imposible. Sentía que le comprendía, con la única diferencia de que Taylor y Jessica seguro que sí habían tenido algo muy intenso en el pasado. En cambio, entre Madison y Rhett no había absolutamente nada más que malentendidos. Ah, y que ella había estado perdidamente enamorada del mejor amigo de su hermano mayor durante toda la adolescencia.

—¿Y no hay oportunidad de que vuelvas con ella? —preguntó abatida al ver el rostro desencajado de Taylor mirar al horizonte como si hubiesen apagado esa chispa que lo caracterizaba.

—No quiero hablar de eso.

Tenía el impulso de ayudarle, de descubrir si existía la mínima posibilidad de que volvieran. Aunque el hecho de que esa mujer estuviera muy emocionada con Rhett no le daba muchas esperanzas. Y no es que quisiera ayudarle porque estuviera muy celosa de Jessica, que sí lo estaba, porque de todas formas Rhett nunca le prestaría el mínimo de atención por muy soltero que estuviese. Eran un par de desdichados en el amor y olvidados por cupido.

—Bueno, quiero animarte, ¿hay algo que pueda hacer por ti?

Taylor soltó una risa baja y la empujó toscamente lejos de él. Le vio sonreírle cómo si ella acabase de enloquecer.

—Estoy bien, no necesito que me mires con lástima. Soy Taylor Bradford, estoy más que bien. Es más... —dijo efusivo, señalandose con el dedo—. Estoy en mi mejor momento.

Ella asintió, fingiendo estar bastante de acuerdo.

—Uf, por supuesto que sí, se nota bastante.

Madison fue hasta él y le tomó la mano con firmeza, importándole una mierda que la rechazara o que pegara el grito al cielo. Esa tarde iba a ser su cita y ambos intentarían olvidarse de cualquier otro problema que les atormentaba. Caminaron por el malecón, disfrutando la vista del mar durante al menos una hora.

—¿Cómo están tus hermanos? —preguntó en otro intento por hacer conversación. Cuarenta minutos más tarde le había obligado a acompañarla a una tienda de ropa donde veía emocionada un vestido rosa, sin mangas y ceñido, que podría usar para su cumpleaños que sería dentro de poco—. ¿Siguen siendo el trío fantástico?

Calma y Tormenta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora