Capítulo 5: Sisu

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Sisu—. Extraordinaria determinación, coraje y resolución ante la extrema adversidad

Tal como lo había pensado, ese día no vio a Rhett. Ni el siguiente ni el subsiguiente recibió un mensaje interesante de él. El primer día, ella había esperado en casa, ordenando sus cosas y viendo algo en la televisión. El segundo día había ido al centro comercial y paseado durante horas, distrayéndose viendo ropa, zapatos y algo de maquillaje. El tercer día nuevamente había sido aburrido en casa y ahora, el jueves ella simplemente estaba totalmente aburrida.

Había sido una mala decisión llegar antes de clases. Su idea había sido siempre pasar tiempo con su hermano, quien por cierto no llegaría hasta dentro de varios días. Así que allí estaba sola y la única persona que podía hablar, no le respondía los mensajes. Se arrepentía aún más de no haberle dado su número a ese muchacho atractivo de la otra noche. Madison ese día se levantó y se negó rotundamente a seguir otro día más metida en casa. Se vistió con una falda negra y blusa con tirantes. Salió con su mochila y pidió un taxi para ir directamente a la universidad. No tenía la más mínima idea de qué hacía allí, pero esperaba poder distraer su mente en aquel lugar.

Era inmenso, por supuesto. Al ingresar le pidieron su documento de identidad, y pudo contemplar el verde del campus. Tenía señales y postes de dirección, como si de una pequeña ciudad se tratase. Caminaba contemplando los edificios y edificaciones, algunas más creativas que otras. Empezó por el lado derecho, donde había un comedor a la izquierda y, a la derecha, un edificio de siete pisos con balcón y vista al jardín: había bastantes restaurantes, un food court y pequeñas salas donde estudiar. Siguió avanzando, mirando atenta y desviando la mirada de vez en cuando a su teléfono, esperando a que Rhett le respondiera ese día.

«Buenos días, Rhett☺️ Tienes planes para hoy? 🙈»

Llegó al polideportivo, a otro campo gigante donde practicaban todo tipo de deportes, un gimnasio, puestos de comida y frutas, más bodegas, más edificios y cuando llegó a la biblioteca, todavía no había recorrido siquiera la mitad. Se dejó caer sobre un banco, pensando en lo largo que sería ese día porque apenas eran las doce de la mañana y ella ya empezaba a rendirse otra vez. Miro el cielo, debatiéndose si debía llamar o no a Rhett. Odiaba sentir que estaba persiguiéndole y esperando un mínimo de atención que él no le daba. Le molestaba sentir que estaba detrás suyo sin obtener nada, siquiera como amigos. No era solo porque moría por verle de nuevo, con la esperanza de que aquello que sucedió aquella noche se repitiese, sino porque tampoco tenía a nadie más allí con ella. Sí, quería verle y besarle con todas las ganas que tenía, pero se conformaba con tener una mínima compañía a su lado.

Madison tomó su teléfono y suspirando profundo, cerró los ojos durante cinco segundos antes de tomar la valentía de llamarle por teléfono. Era la última vez que intentaba contactarle, si simplemente volvía a rechazarla, iba a rendirse, pasar de página y no volvería a insistir más. Se moriría de aburrimiento en el departamento o en la universidad, pero no volvería a parecer una otra vez una desesperada por su atención. El teléfono timbró una, dos, tres, cuatro veces y cuando estaba lista para acabar con la llamada, lo oyó contestar al otro lado de la línea.

—¿Hola, Rhett? —dijo con una sonrisa inconsciente en su rostro, de pronto un poco más animada. Sus ojos se abrieron ante la expectativa de oír su voz por lo menos.

—Madi, ¿cómo estás? —Lo escuchó decir con la respiración agitada—. ¿Necesitas algo?

—Sí, me preguntaba si tenías tiempo hoy para hacer algo hoy... —Empezó a decir y se calló abruptamente cuando oyó al otro lado de la línea un coro de risas y silbidos. Frunció el ceño, intentando convencerse de que estaba imaginando cosas—. Estoy muy aburrida, ya no sé qué más hacer —rio incómoda—. ¿Podemos vernos?

Calma y Tormenta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora