Capítulo 15: Cita

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No sé cuánto tiempo tardó el viaje de regreso a casa. El tiempo pasaba desapercibido para mí. No hay noche, ni día. Levantarse de la cama era casi imposible a veces. En mis sueños, Singto se encontraba allí. Sólo quería dormir. Hablar era algo para lo que simplemente no estaba preparado.

Había visto las preguntas y la preocupación en los ojos de Gxxod en el vuelo a casa, pero no había hablado con él. No quería enfrentarme a él ahora que sabía que tenía problemas, aunque realmente no sabía cuáles eran. Piensa que estoy loco y ese no es mi problema. Mi problema era que amaba a alguien a quien no podía tener. Veía almas que vagaban por la tierra perdidas y había sido atacado por un alma que tenía la intención de matarme. Yo era la única persona que recordaba que Singto Prachaya había ido a la escuela y si sacaba su nombre a colación otra vez, todo el mundo pensaría que realmente perdí la cabeza. Así que, sí, he tenido problemas, pero no psiquiátricos, sino sobrenaturales.

Un golpe en la puerta de mi habitación me sorprendió y me volví para ver la puerta cerrada, sabiendo que era mi madre. Mi madre preocupada. ¿Cómo explicarle que estoy lastimado tan profundamente que no estoy seguro de poder recuperarme? Faltaba algo en mi vida, algo que jamás conocí.

—Adelante. —Mi voz sonó ronca por falta de uso. Mi madre abrió la puerta lentamente y asomó la cabeza en el interior, como si evaluara la atmósfera antes de entrar.

—¿No irás a la escuela esta mañana? —Preguntó con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

Olvidé qué día era, pero sabía que no estaba preparado para hacer frente a la escuela. Tampoco preparado para enfrentarme a Off o Gun o Gxxod. Tenía que permanecer en mi habitación y encontrar la fuerza dentro de mí para seguir viviendo. Negué con la cabeza y la pretensión de sonrisa dio paso a un ceño de preocupación, arrugas en su frente.

—Cariño, has perdido una semana de escuela hasta ahora. Te he permitido quedarte aquí, con la esperanza de que pudieras superar el trauma que has experimentado. Pero ahora me preocupa que no vayas a salir de aquí. He estado estudiando tus síntomas en Internet y tienes todos los signos de un trastorno de estrés postraumático. Tienes pesadillas horribles y gritas en tus sueños, gritando por un tal Sing o Sang o Song... no puedo entender entre los sollozos. No sales de tu habitación y no aceptas llamadas o visitas. Cuando trato de hablarte es como si te ocultaras. No me estás escuchando

Me quedé allí sentado, escuchándola. Sufría por tener el corazón destrozado, roto sin remedio, pero no iba a decírselo. Me quedé en silencio. Ella parecía tomar mi silencio como un estímulo.

—He hecho algunas llamadas y te conseguí una cita con una psiquiatra. Necesito que vayas a hablar con ella. Es muy buena y trabaja con adolescentes exclusivamente. Está muy recomendada y no tienes que decirle a nadie que vas a verla. —Las lágrimas brotaron de los ojos de mi madre. Las apartó de golpe y dejó escapar un jadeo entrecortado. —Yo... la verdad es que debería haberte enviado hace años. Cuando eras pequeño hablabas de personas en las paredes. Pensé que era tu imaginación, pero ahora me pregunto si, de alguna manera, tienes alguna enfermedad y este trauma que has experimentado ha provocado algo. —Olfateó. —Te hablas a ti mismo en la noche aquí. Te escucho hablarle a alguien. Cariño, necesitas ayuda.

Asentí con la cabeza. Sabía que iba a aliviar su miedo. Ella se preocupaba mucho por mí y yo no podía explicar nada sin que pensara que estaba loco. Sonrió a través de sus lágrimas y asintió con la cabeza.

—Está bien, bueno. Te voy a dar algo de tiempo, pero hay que levantarse y tomar una ducha. Entonces vístete y vamos a ir a ver a la doctora. Nos está esperando.

Asentí con la cabeza de nuevo y vi que mi madre salió de la habitación, dejando la puerta abierta como un recordatorio de que necesitaba levantarme. Había aceptado ir a ver a un psiquiatra. Mi madre perdería el dinero, pero yo sabía que tenía que ir, o ella tendría que ver a un psiquiatra, por toda la tensión que le estoy provocando emocionalmente. Odiaba estar disgustándola, pero me parecía que no había una manera de salir de la desesperación que me consumía.

Tu existencia [PERAYA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora