🔮 Capítulo XXII 🔮

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MIKAELA.

Estúpidos chicos ogros. Se creen que por qué yo sea humana tienen derecho a tenerme. Pues que equivocados están.

Yo solamente dejaría que me marcará mi destinado, sabiendo de que él no me tratará como objeto ni nada de eso. Al contrario, le ayudaría a saber dónde estoy si llegara a sucederme algo.

O eso pienso yo.

Bueno, la cuestión es que ahora voy llegar tarde a mi turno de clases.

Yupi. Noten mi sarcasmo.

Enfócate, Mikaela Aullan.

Recuerda las palabras del profesor Landon. El salón de matemáticas era... ¿Por dónde?

Maldición. Gracias, Alan. Ahora no sé por donde demonios ir por tu culpa.

Estoy parada en el medio del corredor, asustada y nerviosa. Mirando hacia ambos lados sin saber por dónde ir.

–Oye. –me sobresalto, me giro y me encuentro con una chica ogro, sonriendo– ¿Eres nueva, eh? –dijo riéndose y yo me sonrojo–

–Si, eh. ¿Se me nota mucho, verdad? –me río de manera nerviosa contagiando a la chica–

–Demasiado. Me llamo Aisha Torner. Como ves soy una ogro. Pero te voy diciendo, no me comportó como aquellos idiotas. –señala a los ogros que me enfrente– ¿Y como te llamas tú?

–Mikaela Aullan, soy humana. –dije eso un poco decaída–

Nunca me ha molestado que yo halla nacido humana, al contrario, me hacía hacer diferente –aunque técnicamente lo soy– en el sentido de que además era única, y todo eso. En realidad era porque a pesar de que la gran mayoría de mis amigos me adoran, no por lo que soy, la chica humana que cumpliría una profecía, sino como en mi interior soy realmente.

Una chica buena y sin prejuicios que no tiene malas intenciones con nadie, solamente que quiere ser amigos de todos, no importa su raza.

Pero me acaba de dar cuenta que, todo no es color rosa, siempre es negro o blanco incluso rara vez es gris.

Y lo que me sucedió con los chicos ogros, lo demuestra al igual que mi cicatriz en la espalda.

–Ey. ¿Estás bien? Es que te veo decaída, a pesar de hace un momento. –dice Aisha preocupada–

–Eh... No pasa nada, Aisha. Solo... estaba pensando unas cosas sin importancia.

–Mira, te daré una advertencia. Soy muy buena leyendo la cara de las personas que me rodean y es muy difícil que me puedan engañar. A ti te pasa algo, y viendolo desde mi punto de vista, es porque eres humana. Que todas las personas que conoces nunca pensaron acerca de ti de la misma manera que lo hicieron ellos allá atrás. Y te sientes dolida debido a que pensaste que no todos eran así, pero voy diciendo, chica. No es así, el mundo nunca es como lo pensamos o imaginamos. Ejemplo, yo misma. Hace unos años cuando estaba en la secundaria pensaba que yo por ser gorda no me harían nada como en la primaria, todos se llevarían bien y no habría problemas. Me dirían que era tierna, dulce, buena persona como mis amigos y familiares, pero no fue así. Me hicieron bullying, lloré, grite, rompí cosas solo para aliviar mi dolor que otros provocaban y incluso bajaron mi autoestima. Literalmente lo tenía por el piso y para ponerle la cereza al pastel, murió un ser muy querido para mí. Y eso fue la gota que colmo el vaso, sin embargo, mírame aquí. Más fuerte que nunca, superé absolutamente todas las adversidades, empecé a perder peso para sentirme bien conmigo misma, subí mi autoestima y si me preguntarán acerca que le diría a mi yo de la secundaria, le diría que fuese fuerte, habrían mucho a lo que enfrentar pero debe ser fuerte, desde luego. Después de la tormenta viene la calma.

Era increíble como una persona que apenas me acaba de conocer, me cuenta una de sus experiencias más doloras.

Y yo me siento avergonzada por eso. Siento que me acaban de juzgar de mala manera.

–Perdón, mis amigos dicen que soy muy directa y demasiado sincera. –ríe nerviosa– Pero bueno, ¿adónde vas?

–Al salón de Matemática. No recuerdo por dónde es, cuando el profesor Landon me dijo, andaba distraída.

–Oh. Justamente iba hacia allá, ya que tengo que entregar una tesis para el profesor Mont.

–¿Mont? –pregunté inclinado la cabeza hacia un lado–

–Si, Humber Mont, es el profesor de Matemática. Venga, te recomiendo no llegar tarde, se pone un poco insoportable con sus alumnos por la tardanza. Vamos. –camina en línea recta y yo la sigo hasta el final del pasillo–

Luego, dobla a mano izquierda, sube unos escalones para llegar al segundo piso y volver a doblar a la izquierda.

–Llegamos. –dice Aisha sonriendo– Tranquila, cómo eres nueva, no te va ha reprender. Te lo aseguro. –me dijo guiñándome el ojo–

–¿Okey? –dije indecisa– Te voy a creer. Espero que no me regañe.

Al abrir el salón, este se encuentran los asientos de la misma manera que en salón de Literatura. Alisson ya estaba sentada incluso cuando me vió se sorprendió, pero después su cara cambio a una de alegría inmensa.

–Disculpe. ¿Quién es usted, señorita? –pregunta un hombre duende canoso–

Cuando estuve a punto de responder, Aisha se me adelantó.

–Buenos días, profesor Mont. Está chica es nueva y se había perdido por los pasillos del primer piso, así que mi deber como estudiante con mayor tiempo aquí cursando, ayudarla. –dice adelantándose unos pasos– Su nombre es Mikaela Aullan, además querido profesor, vengo a traer la tesis que me había orientado hace tres días.

–Oh, me alegro que sea tan puntual como siempre, señorita Torner. –dijo sonriendo, sujetando la carpeta que la chica le daba– Y bienvenida, señorita Aullan. Puede sentarse.

–Gracias, señor Mont, con permiso. –asiente–

–Nos vemos luego, Mikaela. –se despide la chica ogro alegremente con la mano, y yo le correspondía a su despedida–

Decido ir a sentarme pero me percató de que todo el lugar está completamente lleno, a excepción de el asiento justo al lado de Alisson.

Aún estoy enojada con ella, pero es preferible que me siente a junto a ella a qué me voten del salón el primer día.

Suspirando pesadamente y de mala gana subo los escalones mientras escucho susurros y murmuros hacia mi persona, hasta que finalmente llegó a el lugar que me corresponde, es decir, a el lado de mi mejor amiga.

–Ey. –dijo Alisson, sonriendo–

–Ey. –respondo, de mala gana–

–¿Aún estás molesta? –pregunta perdiendo la sonrisa de sus labios–

–Que tu crees. –pongo lo ojo en blanco–

F A N T A S Í A Donde viven las historias. Descúbrelo ahora