🔮 Capítulo XV 🔮

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NARRADOR.

¿Por qué me siento así? ¿Por qué desde me topé con esa chica humana ayer no he podido dejar de pensar en ella? ¿Eso es normal? Debe ser porque hace muchos siglos, no bebo la sangre humana, ¿verdad? Esas eran las preguntas que el vampiro se hacía.

Esto es confuso. Se sintió nervioso y tranquilo cuando esta con ella.

Pero debe ser uno o lo otro.

¿Tranquilidad o nervios?

No lo sabía. Joder, se queja, le dolía la cabeza por esta vendita confusión.

–Oye. –abrió los ojos– ¿Te has quedado dormido mientras te hablo? –dice una chica con orejas puntiagudas y cabello rubio-cenizo–

–Deja de decir estupideces. Tú muy bien sabes que nosotros los vampiros no dormimos.

–Ah. Cierto. Solo descansan pero no toman ese largo descanso como los demás. –sonríe la chica, rueda los ojos–

–En fin. ¿Que decías?

–Estas actuando raro desde ayer. –se pone seria– Además de eso, volviste con un olor bastante dulce.

El vampiro sonrió al recordar la calidez que desprendía esa humana.

–No me vas a creer. Ayer me encontré con algo que todos pensábamos que se habían extinguido. Y se suponía que en este siglo no habría nadie.

–Haber, sorprende a esta mujer. –se tira encima del sofá negro que el vampiro tenía en su despacho–

–Una humana. –abre tanto sus ojos que en cualquier momento se le pueden salir–

–¿¡Una humana!? –se levanta de tirón– ¿Me des estar tomando el pelo? –el chico niega– Joder. ¿Sabes que eso implica muchísimas cosas, verdad? –asiente–

–Lo sé, Hans. –dijo serio– Como también se, que querrán llevársela para poder experimentar con ella cosas horribles y asquerosas.

–Uy, me da asco solo de imaginarmelo. –se queja– Pero realmente eso no me tiene preocupada. –el vampiro alza una ceja–

–¿Y que es? Si se puede saber.

–El destinado. –el chico se tensa– Me preocupa en como reaccionaria su alma gemela cuando a la chica se la lleven. –se vuelve a sentar y se cruza de brazos–

–¿Que sabes tú? –le pregunta– A lo mejor, quien sabe, él estaría de acuerdo con que se la lleven.

–¿Estás loco? –abre los ojos la chica, Hans– Como puedes decir eso. ¿Es que no te preocupa?

Claro que le preocupaba la humana, desde que la vió. Tuvo una gran necesidad de protegerla de cualquier cosa.

Incluso, márcale como de su propiedad para que nadie se atreviera a tocarle un pelo.

Si alguien lo hiciera, estaba muerto.

Cada criatura mitológica, al marcar a alguien, eso hacia que le perteneciera a él o ella solamente. Además, es un pecado grave, él que tocará o mordiera a un ser que ya estaba marcado.

Y eso era condena a muerte.

No importa si eres el rey de los duendes o un simple licántropo herrero. Nada de eso importa. Solo importa que, tú hallas tocado a alguien que no es de tu propiedad.

–Claro que me preocupa, idiota. –se defiende– Es una humana después de todo, todas las criaturas la empezarán a perseguir. Si ya no lo han hecho ya. –se levanta de su silla giratoria y se dirige a la pequeña nevera que está a su izquierda para prepararse algo de beber–

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