🔮 Capítulo XXV 🔮

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MIKAELA.

¿Por qué demonios Copito de Nieve que resulta ser mi profesor de Ciencias que a su vez se llama Jossef Hoffmann tiene que estar jodidamente sexy, guapo y caliente?

Buena jugada me han hecho, Dioses. Mis más sinceras felicitaciones.

–Ey. –dice Angus llamando mi atención–

Estamos todos –excepto el elfo nocturno– en el comedor, tomando uno de nuestros tiempos de descansos, precisamente el recreo.

–¿Mika? ¿Mikaela? ¡Mikaela! –me sacude Angus con fuerza–

–¿Eh? –digo saliendo de mis pensamientos–

–¿Que demonios te pasa? Estoy hablando contigo y no me respondes. –dijo el hombre lobo cruzado de brazos– Espero que tengas una buena excusa para no molestarme más contigo. –reitera con una ceja levantada–

–Déjala en paz, Angus. –dice su hermano gemelo, Alan– Algo tendrá en mente que anda distraída. Además de eso, ¿estás bien?

Sin poder evitarlo, mi cerebro juega una mala pasada y recuerdo cuando mi padre dijo que está enfermo de manera terminar. Provocando sollozos y jadeos con las lágrimas escurriendo por mis mejillas.

–Ey, ey. ¿Que sucede? –habla esta vez Alisson al lado mío, dándome un abrazo– ¿Sabes que puedes contarnos lo que sea, verdad? –asiento sin ganas– ¿Y bien?

–Mi... mi papá está enfermo... –dije después de largos minutos de silencio–

–Se curará pronto. –me anima Angus– Tu padre, Franklin, es un tritón fuerte y muy testarudo. –jadeo más fuerte y lloró con más fuerza–

Eso es lo más que me duele. Yo sé que mi papá es fuerte y que no se rinde fácilmente. Pero... es muy diferente esta vez. Él tiene una enfermedad que lo matando lentamente desde adentro, me quema el hecho que el cáncer ya le está pasando factura.

Franklin, ha adelgazado demasiado por así decirlo. Siempre fue fuerte y musculoso... pero ahora... sus grandes músculos han disminuido, cada día está más pálido que antes, tiene unas horribles ojeras e incluso ha tenido que dejar de hacer guardia en las noches y eso me pone aún más triste, su gran pasión es la medicina y por culpa de su enfermedad está literalmente perdiendo su trabajo.

–No... No lo hará, Angus. –decido mirarle a los ojos haciendo contraste entre sus ojos marrones a los míos color verdes– Mi papá tiene cáncer. Se está muriendo y no puedo hacer nada, absolutamente nada para ayudarle.

Lloró de manera silenciosa, cubriendo mi rostro mientras siento la mano de Alisson en mi espalda.

–¿Mikaela? –no, ¿porque tiene que venir? No quiero que me vea– ¿Mikaela estás bien?

Levanto mi mirada y me encuentro con esos ojos rojos opacos, tan hipnotizantes como la primera vez que lo ví.

–Copito... –susurro, aprieta su mandíbula y me levanta para cargarme en estilo nupcial–

–¡Oye! ¡¿Quien demonios eres para llevarte a Mikaela?! –se levanta Alan enojado de la mesa y lo acompañan Angus y Alisson–

Y como si ellos no existieran me pregunta susurrando:

–¿Porque llorabas, pequeña humana?

–Solo estoy triste por... por ya sabes el asunto de mi padre. –susurro también enrollando ambos brazos a atrás de su cuello juntando mis manos para no caerme–

–¡¿No vez que estoy hablando contigo, idiota?! –grita nuevamente Alan–

La vena de su frente parece que en cualquier momento estallará.

–En primer lugar; me respetas que soy tu profesor y en segunda; es mi deber como instructor de esta institución saber que le sucede a una de mis estudiantes. –responde fríamente levantando la mirada para enfrentarse–

–En estos momentos me importa un bledo que profesor además que seas un vampiro y estemos en tu área, pero esa chica a quien tienes cargada en tus brazos es mi mejor amiga y no pienso dejarla en manos de una criatura que terminó con su especie.

Jossef sonríe con ironía. –Es gracioso que lo digas, si tú también participaste en la extinción de los humanos. –el lugar se colmo con un silencio bastante perturbador–

Desde mi lugar podía oír la respiración irregular de Alan y Angus. Claro es que, lo que dijo Jossef, no es nada incorrecto pero aún así hay veces en que ambos hermanos se ponen a llorar y a lamentarse por culpa de sus antepasados.

–Alan... –susurro– Por favor, no digas más nada. ¿Bien? –él solamente me mira– Estaré bien, yo le conozco, además si intenta hacer algo se como defenderme. –al cabo de unos minutos como si estuviera considerado lo que le dije asiente de manera suave y lentamente–

–Bien. –dice solamente eso y con eso Jossef se gira sobre su propio eje conmigo encima para salir del lugar donde nos entrabamos–

[...]

JOSSEF.

¿Que carajo se cree ese maldito lobo? Siempre nos tiene que culpar a nosotros porque acabamos con los humanos. Pero al parecer se les olvida que ellos también participaron.

Idiotas sin cerebro.

Tienen más instintos y músculos que cordura.

Imbéciles perros llenos de pulgas y garrapatas.

Dejando mi enojo a un lado. Me fijo en Mikaela discreta, tiene su cabeza apoyada en mi pecho tratando de ocultar su rostro y también sus lágrimas.

–Oye... –la llamo suavemente, ella levanta su mirada–

Al verla tan triste eso provoca un vuelco en mi corazón. Sinceramente, no merece pasar por eso. Yo sé como se siente la perdida de un familiar tuyo y más si es uno de tus padres. Yo perdí a mi madre y ya lo aprendí a sobrellevar pero... ahora Mikaela es quien esta perdiendo a su padre y lo peor de todo es con una enfermedad que lo está matando lentamente provocándole mucho dolor.

–¿Te parece ir a mi oficina? Allí te puedes recostar un rato si quieres. –pregunto, asiente–

Cómo aún estamos en los pasillos de Rotrak y hay demasiada luz puedo utilizar las sombras a mi favor para transportarme a cualquier lado.

–¿Quieres ver cómo uso uno de mis poderes? –dije sonriendo–

–¿Tienes poderes? –dice sorprendida y yo me río de su reacción– ¿Leer la mente y tener súper fuerza también cuenta como poder? Wow.

Su reacción me recuerda a la niña con la que solía jugar cuando era más joven...

Ahora que lo pienso... Realmente tienen un gran parecido, ¿será ella?

No que estupidez. Papá me dijo que la niña había muerto, así que, es técnicamente imposible que esa niña sea Mikaela.

¿O si?

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