09.

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Nuevo fin de semana, nueva oportunidad.

Después de su bajón emocional tomó sus últimas esperanzas y volvió con la cabeza en alto.

El alfa ya tenía todo un plan, pasaría sus recesos con el beta así alejando poco a poco a la omega. Los fines de semanas se aseguraría de tener la atención del beta y lo llevaría a citas, así lograría que se dije en el.

Un plan sencillo pero útil.

Recibiría ayuda de sus amigos.

Pensaron en usar a Brasil como cebo para la omega, funcionaría ya que bueno, se parece al beta... en el pelo.

Pero algo es algo.

(...)

—¡Claro, me encantaría! Dejame llamar a-

—¡No! Digo, no. Es sólo que quisiera que pasáramos esto juntos.... solo los dos —dijo el mechas rubias.

Ese día se habia levantado más temprano, tomó una buena ducha y eslitizó su cabello. No iba con sus piercings a la institución ya que nunca sabia lo que podía suceder, pero ese día se los puso. Tenia toda la intención de verse bien para el beta.

—O-oh... —dijo el beta desanimado.

Rápidamente el alfa se sintió arrepentido, no esperaba esa reacción.

Intentó negarse y decirle al beta que lo intentarán al día siguiente, pero la voz de una fémina le dejó con las palabras en la boca

—¡Perú! ¿Ya vamos a desayunar o-?

La omega levantó su mirada encontrándose con los ojos blancos del alfa. Sus cejas de arquearon al unísono. Se miraron retadores por unos segundos.

—Pues... Arge quiere que vaya a desayunar con el, pero también quiero desayunar contigo y las chicas.

La omega bajó su mirada al beta, una pequeña sonrisa apareció en su cara.

—Bueno, entonces ve, podemos compartir en el almuerzo —dijo sin más.

El alfa le miró con confusión, ¿ella lo estaba dejando ir?

¡Vaya que bien! Al fin de dio cuenta que no podría estar con el beta y por ello ya no lo intentaría.

El beta agradeció la comprensión de la omega y agradeció, al darse la vuelta pudo ver cómo su expresión cambió totalmente.

Oh, bueno, no sé rendiría.

Ahora una mueca de desagrado fue dirigida a él, claro,  que esa era su verdadera cara. Quería hacerle una mueca de burla, pero tenía los ojos del beta en el.

(...)

—¡Los intenté hacer para ti! Cocinar no es mi fuerte, pero ya que sueles siempre traerme algo hecho por tu propia mano, yo también quise —explicó el alfa de mechas rubias.

En sus mejillas había un ligero rubor y se le notaba un poco el sudor de sus manos.

Estaba nervioso.

Perú notó esto último y le sonrió sereno.

Se trataban de unas galletas con chispas de chocolates, ¡entre las favoritas del beta!

El castaño no dudo dos veces y se llevó una a la boca.

Masticó con felicidad.

Estaban buenas, la textura no era excelente, sin embargo le gustaron.

Contando que fue un alfa y su amigo, Argentina, quien las hizo... ¡Para chuparse los dedos!

—¡Están exquisitas! —comentó luego de terminar su bocado.

El beta tiene suerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora