Capítulo 9: Barra de chocolate

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Singto POV

—No va a mejorar la situación si sigues mirándolo desde ahí como si fueras su maldito perro guardián. —Se quejó Mook desde la silla de la esquina del dormitorio de Krist en la cual se sentaba.

Ni siquiera me tomé el tiempo de responder su burla. No podía apartar mis ojos de Krist mientras permanecía acostado en su cama. A salvo. Aquí conmigo y seguro. La ira dentro de mí hervía porque fue arrebatado frente a mis narices.

Había sido paciente con los tratos con esos espíritus, pero ya no más. Se metieron con el chico equivocado. No habría más criaturas sin almas cerca de Krist. No esperaré para ver cuáles son sus intenciones. Terminaré con su existencia. Y debó comenzar con Namtan. No podría ser otra persona desaparecida. Puedo asegurarme de que nadie la recuerde. No quiero esperar hasta que olviden que existió. Deberá ser un corte limpio. Namtan debió desaparecer cuando Gxxod lo hizo.

Me molesta que éste todavía por aquí, a pesar de que no causó ningún revuelo desde su partida. La he observado, pero actuó como la caprichosa animadora, cabeza hueca de siempre. Ni una sola vez se acercó a Krist o intentó coquetear conmigo para molestarlo. Al menos qué quien la creo le haya ordenado dejarme en paz a mí y a los míos.

—Tienes esa expresión en tu rostro de "Voy a patearle el trasero a alguien", Singtuan. ¿Qué planeas? —Demandó Mook.

Casi había olvidado la presencia de Mook en la habitación. Había estado aquí cuando regresé preocupado por Krist. Eso es todo lo que podía decir de Mook. Es leal y Krist se las arregló para ganarse la lealtad de Mook. Ahora, deshacerme de ella es un problema.

—Namtan necesita irse. Aquí no hay lugar para criaturas sin almas y no la quiero cerca de Krist.

—Oh, bueno. Me gusta ese plan. Esa zorra debió de haberse ido cuando Gxxod lo hizo. He estado observándola en la escuela, no está causando problemas porque nadie recuerda que estuvo allí. Gxxod la dejó aquí por una razón.

—Exactamente —Por una vez estuvimos de acuerdo.

Cuando se trataba de la seguridad de Krist, siempre podía contar con Mook. Krist murmuró algo durmiendo y rodó sobre su espalda. Observé asombrado como sus pestañas revoloteaban en contra de sus altos pómulos. El labio inferior regordete que tanto adoro sobresalía un poco, como si estuviera haciendo un puchero. Los negros mechones de su cabello se esparcían en su almohada. Todo en él era increíble.

—Por favor, deja de mirarlo como un cachorro enfermo de amor. Es muy molesto —Se burló Mook.

—Entonces, pasé de ser un perro guardián a un cachorro enfermo de amor. ¿Qué tienes con las descripciones caninas? —Mook rio en voz baja.

—No lo sé. Quizás necesito un perro.

—Sí, como si eso fuera a suceder. Una transportadora con un perro de mascota. ¿Dónde vas a dejarlo mientras estés trabajando? ¿En el séptimo cielo?

—Bueno, ¿No eres una caja llena de sorpresas? Para tu información, me imaginó que, si dejan que La Muerte tenga un humano, puedo al menos tener un perro.

Iba a comenzar a responderle cuando los ojos de Krist parpadearon lentamente y los abrió. Pude ver sus papilas dilatadas mientras trataba de concentrarse.

—Hola —Gruñó con voz soñolienta. Era hora de que Mook se fuera.

—Vete, Mook. Te llamaré si te necesito aquí. —Ordené, sin molestarme en mirarla. Disfrutaba observar a Krist despertarse y no quería perderme eso por un segundo.

—Okay veo que estorbo aquí... —dijo Mook en tono divertido, causando que las comisuras de los labios de Krist se levantaran.

—¡Te veré pronto, Mook...! —gritó Krist mientras Mook salía de la habitación.

Estamos predestinados [PERAYA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora