Capítulo 15. Desear lo prohibido

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Capítulo 15. Desear lo prohibido

"Admitamos que el pecado también puede ser la entrada al paraíso"

No lo puedo creer, de verdad que no. ¿Acaso estoy enloqueciendo? Probablemente sí y todo tiene que ver con ella. Sólo con ella. La mujer que cautivó cada uno de mis sentidos. Desde que la vi bajar las escaleras sentí que moriría en ese instante. Ese vestido rojo la hacía ver más hermosa y apetecible de lo que es. Si fuera a morir estaría encantado de que mis ojos fueran lo último que vieran. A ella y su enloquecedora figura. Ella y sus inolvidables ojos que nos pondrían a todos de rodillas sin dudar.

Reconozco que me he estado comportando como un imbécil estos días manteniendo la distancia, pero no tuve opción. Yo jamás actúo sin pensar, al menos eso creía antes de conocerla. Antes de conocer a la mujer que abruma cada uno de mis sentidos con su presencia, su aroma, su voz. Quien me provoca con sus encantos volviéndome descuidado. Algo que jamás he sido. Cada uno de mis movimientos han sido calculados para no tener errores desde el día en que me convertí en quien soy. No tengo tiempo de equivocaciones ni titubeos. Detesto los errores y el desorden. Sobre todo el ruido, las distracciones y cualquier mínima impertinencia que perjudique mi estructura previamente definida.

Pero conocerla fue tirar cada una de mis reglas a la basura. Conocerla y anhelarla como un desesperado ha sido mi calvario, valiéndome de trucos y artimañas para tenerla. Pero después de un par de semanas, temo que sea ella quien me tenga a mí. Y eso no puede ser. No tengo tiempo para esto. La mierda de mi pasado es la prueba de ello.  No puedo permitirme preocuparme por alguien ajeno a mí, eso no debe pasar.

<< Pero pasó >>.

Me enloquece pensar en la posibilidad de que alguien tenga la estúpida idea de que pueden tocarla o lastimarla de alguna forma, porque los haría pedazos antes de que se acerquen a ella. No por nada me he ganado la reputación que tengo.

<< Y lo que no saben de mí es por lo que más deberían temer todos ellos >>.

La mera insinuación de que alguien respire a su alrededor despierta algo en mí que desconozco. Algo que me vuelve inestable y peligroso, por lo que aumenté las barreras que jamás debí dejar que atravesara en un momento. Pero si algo he aprendido desde que la conocí, es que ella no obedece a nadie. Ámbar Williams es la clase de mujer que no sigue reglas, las impone. Es como si con su sola presencia todos deseáramos estar bajo su gracia. Y vaya que tiene dones divinos...

Todavía puedo sentir la dulzura de sus labios sobre los míos en un beso que desató mi infierno. Esa ninfa provoca cada uno de mis deseos y obsesiones. Con solo recordar su tacto mi cuerpo vibra impulsándome a que me acerque. Me pican las manos por tocar su cuerpo y arder con ella como mi instinto me lo pide. Es como si mi cuerpo no me perteneciera y la prueba de ello es la constante erección que tengo en su presencia o a causa de su recuerdo. No sé qué clase de hechizo me lanzó esa pequeña bruja gruñona, pero necesito que lo revierta. Por el bien de los dos. Y por si fuera poco, además de luchar con mi constante deseo y atracción por ella, apareció esa otra alimaña que se empeña en joderme la vida, pero no sabe con quién se metió. La bestia no acepta la traición. Y si continua estorbando en mi camino, no habrá lugar en el infierno para esconderse.

Dejando atrás esos pensamientos sobre esa mísera cosa que no lo merece, prefiero retomar siempre mi atención a la preciosa rubia que parece querer acabar con mi cordura. Admito que estaba nervioso en cuanto a la reacción de mi familia. Incluso después de tantos años juntos ellos logran irritarme y acabar con mi paciencia, pero como siempre, ella me sorprendió positivamente metiéndose a todos en el bolsillo pese a lo peculiares que pueden ser. << Y vaya que son peculiares >>. Quiero creer que todas las familias son así, pero a veces ellos pueden cruzar la línea de lo absurdo. Los gemelos pueden hacer de tu vida un infierno con sus incesantes bromas, Donatello tiene la capacidad de escupir veneno a cada paso como yo; a diferencia de Rafael; el hombre con temple de acero. Por otro lado, mi madre es una casamentera nata que no tiene problemas a la hora de entrometerse en tu privacidad, al igual que mi padre. Pero a pesar de eso son buenas personas. Leales y protectores. La familia Balzaretti siempre será especial para mí y nunca me alcanzará la vida para agradecerles por su infinita misericordia. Aunque un diablo como yo no lo merece. Ni antes, ni ahora.

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