Capítulo 1. Angustiantes noticias

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CAPÍTULO 1. Angustiantes noticias

"La esperanza será la única fuerza que nos mantenga de pie cuando la razón falle".

S.M

Desde que tengo memoria nunca he parado de correr para sobrevivir. Ya sea por huir o completar una carrera por la vida como en este momento lo hago.

Mi respiración es agitada, casi trastornada. Sentía una increíble pesadez en todo mi ser, mientras mi cuerpo vociferaba de dolor ante la presión física, sin poder detenerse. Me encontraba desgastada ante el exagerado esfuerzo, pero no podía ser de otra forma. Llevaba días sin dormir, incluso semanas. Demasiadas horas sin conciliar el sueño las cuales utilizaba para entrenar, para prepararme para lo que vendría. Y en este mismo momento, siento como mis articulaciones intentan salir de mi cuerpo. Cómo no podrían querer hacerlo, si acababa de correr más de doce cuadras en pleno invierno a las cinco de la mañana rumbo al hospital. Me habían avisado que papá estaba mal otra vez. Otro día más en el que la delgada línea que lo sujetaba a la vida, iba cortándose cada vez más, arrebatándole la existencia. Arrebatándolo de mi lado.

Esas doce cuadras parecieron kilómetros interminables por la intransitable Londres. La ciudad se erguía ante mí poderosa e indestructible, jugando conmigo ante la maldita distancia que me separaba de mi padre. Y es que en este momento, solo puedo pensar en él, en Charlie Williams, el viejo. El apodo que tanto le disgustaba y el cual siempre disfruté de mencionar. No lo decía de forma ofensiva, ni despectiva. Por supuesto que no. Él era mi viejo, mi vigía en las oscuras noches de tormenta. El hombre que me había elegido y que adoraba cada día de mi existencia, quien señalaba mis errores para poder corregirlos juntos. Un padre a fin de cuentas en todo el sentido de la palabra. 

Finalmente, entre sudor y lágrimas, maldiciones y mucha angustia, llegué al bendito lugar. Todo parecía en calma, todo menos yo claro.

¿Cómo podría estarlo con esa trágica llamada? Allí mismo, resultaba confusa la escena. Todo parecía salido de una película de suspenso y miedo donde la víctima; en este caso yo misma, Ámbar Williams; esperaba lo peor. Y es que, después de todo, mi vida ha sido una película de horror dirigida de la forma más macabra posible. Con escenas espeluznantes y villanos con los que tendría pesadillas toda mi vida.

Creo que internamente esperaba encontrar un completo caos en el hospital, caos como en mi mente, la cual no podía detener. Incluso podría decir que parecía tener vida propia, ser muy catastrófica y sobre todo, negativa. Pero no. No pasó nada de lo que imaginaba, así que cortando el suspenso, decidí acercarme a recepción. Ahí estaba Casy, la esposa de Charlie, la metiche, como le apodaba desde que la había conocido. Realmente lucía como un mar de lágrimas, no dejaba de llorar y clamar como un alma en pena, aterrándome. No el hecho de que llorara, porque era muy común en ella. Cassandra tenía una enorme facilidad para armar y desarmar teatros a su antojo, casi con el don de una magnífica puesta de escena en Broadway. Lo que en realidad me asustaba, hasta el punto de paralizar cada uno de mis sentidos, era la forma en la que lo hacía esta vez. Lloraba como si el mundo se hubiera desplomado a sus pies, como si el cielo de pronto se rompiera en pedazos. Como si estuviera muriendo por dentro o si le arrancaran un pedazo de sí misma. En ese momento, tuve una gran epifanía, la cual caló en lo profundo de mi corazón. Aquella engreída mujer de carácter salvaje y lengua afilada, realmente amaba a mi padre. Yo había estado equivocada, probablemente cegada ante las conspiraciones y el dolor que habían ocupado mi vida la mayor parte del tiempo y no pude verlo. Pero así era. Ella lo amaba profundamente y él le correspondía. O de ninguna otra manera habrían estado juntos por tanto tiempo.

Pensativa, comienzo a recordar los momentos en los que ambos estaban juntos mientras no dejo de observarla. Siempre parecían felices. Moviéndose en sincronía. Como dos almas que estaban destinadas a ser y cantaban el uno para el otro. Además, siempre era evidente que Cassandra Gómez cuidaba a ese hombre de todo mal. Preocupándose de cada detalle. Tenía que ser amor o no funcionaría de otra forma. A decir verdad, es una mujer dedicada e incluso cariñosa. Y sobre todo, era una mujer de principios. Honrada. Porque jamás tocó un peso de su dinero para despilfarrar o simplemente abandonarlo a su suerte como creí en un principio. Así que claramente no estaba interesada en su dinero. Bueno, no es que tuviera mucho tampoco. Pero debe entenderse que pensara mal. Charlie nunca fue un galán de telenovelas, el cual traía rosas cada día. No. Él era un hombre solitario, un poco tosco y huraño también. Las muestras de afecto le incomodaban y había que quitarle las palabras de la boca con pinzas y con un poco de fuerza también. Nosotros somos polos opuestos y por eso creo que congeniamos tan bien desde un principio. Mientras que a Charlie tenías que suplicarle que dijera algo, a mí había que rogarme que cerrara la boca de una vez. Que por favor, no empleara mi tono mordaz para hacer el mal o mis ojos extraños para embrujar a alguien. O eso me decía él. Y para rematar este hecho, siempre he tenido un serio problema con hablar con personas desconocidas. Un extraño y peligroso don. ¿Qué puedo decir? No puedo evitarlo. Me gustan las personas; la mayor parte del tiempo al menos; así que me era inevitable no estar rodeada de una pequeña multitud.

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