II

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Acarició la puerta tallada de madera de sus padres al rememorar aquello y prosiguió la caminata. Sabía que a esa hora estarían durmiendo y era mejor no perturbarlos. Cuando llegó a la puerta de la habitación del mago se percató de la luz que salía por debajo de esta y una sombra que se movió ligeramente, era probable que el castaño aún no durmiera, igual que él.

—¿Cartman? —susurró.

Entre abrió la puerta y se lo encontró de pie, observando el fuego, por un instante creyó ver que los ojos de Eric estaban rojos, pero el efecto pasó sin pensar mucho en ello.

—¿Kahl? ¿Qué sucede? —respondió, extrañado.

Ciñéndose más la túnica a su cintura para no dejar ver el vendaje.

—Solo... solo quería ver cómo estabas. Desde que llegamos no supe lo que pasó contigo o con Stan. ¿Puedo entrar? —dijo abriendo la puerta por completo.

—Pasa.

Habló casi cortante. La mención de Stan pareció darle igual.

Agradeció, cerró la puerta detrás de sí y se sentó en la cama. Cartman quedó de pie cerca de la ventana, solo observando el cielo, los bosques y las montañas nevadas al fondo. Ver a Kyle de esa manera después de su fracaso por no haberlo protegido como debía, le causaba una molestia en el corazón y se lo reprochaba mucho en su mente, culpándose a sí mismo.

—De seguro Stan estará agradecido por tu "visita" de medianoche —soltó.

Estaba un poco celoso. Incluso se imaginó al elfo entrando al cuarto del guerrero para hacerle mimos y cariños por haber sobrevivido en la pelea. Kyle frunció el ceño e hizo una mueca de desagrado por ese comentario que se sintió un poco hostil.

—En realidad no he ido —respondió, serenándose—. Hay cosas que me gustaría aclarar contigo en primer lugar.

Cartman no volteó, pero estaba sorprendido. A través del tenue reflejo del cristal de la ventana pudo percatarse de los movimientos de Kyle detrás de él. Lo miraba, eso era seguro.

—¿Ah, sí? ¿Qué clase de cosas?

Enarcó la ceja.

Su corazón comenzó a latir por los nervios. Ahí fue que recordó que estuvo a punto de declarársele en el bosque antes de que todo el alboroto sucediera. Rezó a los dioses en lo profundo de su interior para que no sacara el tema.

Kyle no sabía cómo empezar. Juntó ambas manos frente a su nariz y dejó escapar el aire.

—Bueno, yo, solo... —titubeó, la frustración le comenzaba a ganar—. Sé que ya te agradecí, pero siento que no es suficiente...

Bufó, el castaño, divertido, relajándose por completo al ver que no se acordaba de lo dicho en el bosque.

—Claro que no, debes recordarlo por el resto de tu vida, elfo. Sin mí solo habrías sido cena de un estúpido oso —rió, cruzándose de brazos—. Después de todo, el prodigio no logró superar una pequeñez como esa.

Al pelirrojo se le hinchó la vena de la frente y su puño se cerró en su muslo. Cómo le molestaba que sacara a relucir cosas que ni al caso cuando se ponía a hablar en serio.

—¡Sí, Cartman, lo sé! Te lo agradeceré por el resto de mi vida, gracias por volver a recordármelo. Pero, eso es lo que no entiendo.

Se levantó yendo hasta él. Eric notó eso y volteó a verlo, quedando así frente a frente, donde solo un paso los separaba por completo.

La luz de la luna permitió ver al castaño el semblante de Kyle, el cual solo mostraba confusión y algo de duda, así como irritación por el comentario hecho; además recorrió con la mirada el cuerpo del elfo, donde solo su túnica naranja y el vendaje lo separaba de su completa desnudez. Tragó saliva al pensarlo y volteó la cara a otro lado para no hacer evidente su sonrojo. Carajo, si no salía pronto de su alcoba no soportaría más y quizá lo abrazaría hasta lograr besarlo.

Destino inciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora