VIII

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Despertó de golpe al sentirse zarandeado. Olvidando por un momento los recuerdos y preocupaciones que le carcomían la cabeza.

—¿Qué? ¿Qué pasó? —se talló la vista borrosa y se dio cuenta de la presencia de Kyle.

De hecho miró todo a su alrededor extrañado.

«¿En serio me quedé dormido?».

—¿Estás bien? No parece que estés enfermo —respondió, preocupado.

La voz suave lo sacó de sus pensamientos, sentir la mano tibia del pelirrojo que se posaba en su frente y en sus mejillas lo hicieron alterarse.

—¿Qué? Claro que sí, ¿por quién me tomas? —Resopló restándole importancia y apartando su mano—. No soy un debilucho.

—Wow, tranquilo —se irguió, enojado—. Creo que estar "estudiando" tanto te ha hecho más irritable. Además, ¿qué tanto estás leyendo? Mi papá me dijo que estabas estudiando, pero no creí que al punto de estar encerrado las veinticuatro horas aquí.

—Hm, ya quisieras saber, ahora vete y déjame en paz. Me tapas la luz —bajó la vista de nuevo al pergamino en sus piernas, pero este fue arrebatado al instante por Kyle—. ¡Oye, ¿qué estás haciendo?!

El elfo leyó rápidamente el título, alejándose, y lo demás escrito en los primeros párrafos del capítulo de introducción, para él no era difícil entender esa antigua escritura ya que desde niño estaba acostumbrado a leerla y transcribirla. Cartman se levantó y le quitó de nuevo la hoja de sus delgadas manos.

—¿Por qué estás leyendo sobre hechizos prohibidos? —lo miró estupefacto—. Por algo están prohibidos, gordo.

—¡¿Crees que no lo sé?! —Situó su dedo índice y pulgar en el puente de tu nariz, respirando lo más profundo que sus pulmones se lo podían permitir—. Mira, solo quiero ser de utilidad y saber qué o cómo fue que esos osos del Norte nos atacaron... puede que a ti no te preocupe, pero a mí sí. Por los dioses incluso estuviste a punto de morir a manos de esas cosas, no entiendo por qué soy el único que lo ve así.

Le dio la espalda y con su magia volvió a enrollar el pergamino, así como a devolver los demás libros haciéndolos flotar a sus respectivos sitios.

—Ahora, si me disculpas, continuaré "perdiendo el tiempo" como tú estás pensando que lo estoy haciendo —se alejó, empujando a Kyle con su hombro, hasta dar vuelta al otro pasillo, aunque ya lo había consultado, quizá revisarlo por cuarta vez le haría encontrar algo de lo que no se haya percatado antes.

Kyle lo siguió por detrás, sopesando las palabras de Cartman. ¿En serio se preocupó hasta el punto de no dormir? ¿Todo porque casi moría en el bosque?

Solo lo vio sacar título tras título, los cuales leía y cerraba al instante. Cada libro flotaba hasta él y se alejaba rápidamente. Sin embargo, ver que el esfuerzo del castaño no era suficiente y comenzaba a frustrarse por no encontrar algo, lo hizo reflexionar.

Kyle calmó su enojo y sujetó la mano de Cartman. Los libros al instante pararon de pasar sus páginas y Eric arqueó la ceja al ver los delgados dedos del elfo envolver su palma.

—Esa información no la encontrarás aquí —dijo, serio.

—¿Qué? ¿Cómo que no? —Dejó caer los libros en un estruendo—. ¿No se supone que hay de todo en esta biblioteca? —lo sujetó de los hombros, se notaba desesperado.

—Sí, pero hace mucho esta biblioteca fue casi destruida —le apartó las manos con suavidad hasta envolverlas en sus propias palmas—. La reconstruyó mi abuelo hace décadas, no todo quedó igual.

Destino inciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora