Capítulo 5: In which we meet the Intrepid Reporter Mrs. White

1.6K 243 19
                                    

Era un día particularmente nublado cuando el Cartero hizo uno de sus raros viajes por un pasillo que pertenecía a la casa de una de las personas más... inusuales de su ruta. Un hombre cuya excentricidad sólo rivalizaba con la de una familia de pelirrojos de una de las rutas vecinas.

Al llamar con cautela, el funcionario se preguntó qué tipo de conversación sin sentido intentaría entablar esta vez el extraño hombre. ¿Se trataría de una disertación sobre la posible existencia de los "snooks de cuernos arrugados" o de la teoría de que uno de los ministros era un mono alterado quirúrgicamente?.

Suspirando con fastidio, dio los últimos pasos hasta el umbral y llamó a la puerta.

-¿Sí?- Un hombre de mediana edad y aspecto confuso abrió la puerta de inmediato -¿Es hora de volver a comprar una caja de galletas Scout?-.

-No señor-, el cartero forzó una sonrisa, -estoy aquí para entregar su carta, no para venderle algo de comer con el té-.

-Ah, sí-, los ojos del hombre se iluminaron con comprensión, -olvidaba que todavía no utiliza animales adiestrados para hacerlo por usted-.

-Todavía no, señor Lovegood-, aceptó el cartero con los labios fruncidos, -mi trabajo es un poco complicado para dárselo a un animal amaestrado-.

-Bueno, dale tiempo-, replicó Laetus Lovegood con simpatía, -estoy seguro de que pronto le encontrarás el truco-.

-Bueno, realmente debo volver a mis rondas-. Dijo el cartero, poniendo fin bruscamente a la conversación. -Y no olvides que siempre puedes venir al pueblo y recoger allí el correo, no siempre tienes que tomarte el tiempo de esperar a que yo llegue-.

-Tonterías-, dijo Laetus con una sonrisa, -estoy seguro de que te perderías las maravillosas conversaciones que siempre mantenemos-.

-Seguro-, asintió decepcionado el cartero, y se dio la vuelta para iniciar el corto camino de vuelta a la carretera.

Laetus sonrió satisfecho al ver al hombre marcharse. Mantenerlos confundidos era su lema, hacer que nunca se dieran cuenta de que se habían olvidado de hacerte alguna pregunta importante, como "¿qué haces en mi dormitorio?" o "¿buscas qué?".

Resistiendo el impulso de reírse hasta después de haber cerrado la puerta, el patriarca del clan Lovegood echó un vistazo al remitente para hacerse una idea del contenido de la carta.

Parpadeando ante el nombre desconocido, Laetus abrió la carta y miró sin comprender las imágenes que contenía.

-Luna-, susurró. Se aclaró la voz y la siguiente llamada fue un grito. -¡LUNA, ven rápido!-.

-¿Qué pasa, padre?- La joven parpadeó confundida, -¿es el día nacional del grito por tu hija?-.

-No hay día nacional del grito por tu hija-. Sus labios se fruncieron con fastidio, -esos idiotas del ministerio rechazaron nuestra propuesta el año pasado-.

-Lo sé, esperaba que lo hubieran reconsiderado y decidieran aprobarlo-, respondió Luna con dulzura. -Si no fue eso, ¿entonces qué?-.

-Mira estas fotos-, se las entregó a su pequeña, -y dime qué te parecen-.

-Ay, padre-, rebotó Luna emocionada, -es que sabía que al final encontraríamos pruebas-.

-Lo sé y estoy deseando ver las caras de la gente cuando vean esto en la edición de mañana-, Laetus se permitió compartir la emoción de su hija, -pero averigüemos algunas cosas sobre ese tal Black antes de escribir el artículo-.

-Creía que habías dicho que comprobar los hechos era una pérdida de tiempo para un periódico serio como el nuestro-. Luna miró desconcertada a su padre, -que incluso sin molestarnos en confirmar los detalles, seguíamos siendo mejores que el Profeta-.

MAKE A WISHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora