Capítulo 32: Yuki Ga Furimasu

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Tomado de la guía de Harry.

Japón es un país maravilloso, una mezcla entre lo antiguo y lo nuevo. Japón es también uno de los pocos lugares en los que el atuendo normal de un sangre pura no suele merecer una segunda mirada. Para llegar a la sección mágica de Tokio, bájate en la estación JR Harajuku y sigue las indicaciones hacia el Meji Jingu. Cuando llegues al Tori (las puertas del santuario) busca un camino que rodea la columna izquierda de la puerta principal...

Harry bajó a la zona de Harajuku, en Tokio, y se quedó boquiabierto vio mujeres vestidas de negro, mujeres vestidas de negro, mujeres vestidas de blanco, hombres vestidos de blanco, artistas callejeros y una tienda gigante de preservativos. Harry parpadeó rápidamente y se dio un rápido pellizco, se aseguró de que no estaba soñando y continuó boquiabierto. Antes de hoy había pensado que los magos eran extraños... ahora comprendía a qué se refería su guía.

Incapaz de preguntar por qué la gente iba vestida como iba e incapaz de dejar de mirar, Harry tardó varios minutos en recorrer los cerca de cien metros que lo separaban de la entrada del distrito mágico.

Echando una última mirada por encima del hombro, Harry rodeó el enorme Tori y se encontró en medio de una sección de la ciudad que no desentonaría en la era Edo.

-Disculpe-, Harry se acercó a un pequeño puesto callejero.

-¿Sí?- La mujer del puesto asintió.

-¿Podría darme un poco de eso... lo que sea que esté cocinando?- Harry sonrió -Huele muy bien-.

-Vale-, asintió la mujer. -Por cierto, se llama Gyudon, ¿quieres salsa extra con eso?-.

-Claro-, Harry asintió mientras sonreía a su tazón de carne y arroz. -¿Tienes alguna sugerencia de cosas que hacer por aquí?-.

-Visitar un santuario, ir a ver un partido de sumo-. La mujer se encogió de hombros, -qué te gusta hacer-.

-Cualquiera de las dos me parece bien-, sonrió Harry. -¿Hay algún santuario por aquí?-.

-Atravesaste uno para llegar aquí-, sonrió la mujer. -Tienen una sección mágica un poco más abajo-.

-Gracias-, Harry terminó su comida y levantó la vista. -¿Cuánto es?-.

-Cinco Ryo-, la mujer le tendió la mano. -¿Qué te ha parecido?-.

-Estaba buenísimo-, Harry pagó su comida y se levantó. -Gracias-.

Caminando hacia el santuario, Harry pasó varios minutos admirando a las Miko mientras realizaban sus tareas antes de acercarse al mostrador.

-¿Le gustaría que le dijeran su fortuna?-. Preguntó con una sonrisa la bonita Miko que estaba detrás del mostrador.

-Claro-, Harry se encogió de hombros. -Por qué no-.

La mujer cogió un objeto que parecía un largo tramo de tubería cerrada y lo agitó durante unos segundos antes de darle la vuelta. Harry vio cómo una pequeña varilla metálica caía de la parte superior de la tubería.

-Un momento-, la muchacha miró entrecerrando los ojos la varilla y luego metió la mano en una caja para hacer coincidir los escritos de una pequeña tarjeta con las inscripciones de la varilla. -Aquí dice que vivirás una vida larga y emocionante llena de peligros y situaciones extrañas... Nunca había sacado eso antes-. La miko le entregó la tarjeta a Harry, -¿quieres algo más?-.

-¿Qué son esas cosas?-, Harry señaló varias bolsitas de colores brillantes.

-Son amuletos-, sonrió la mujer. -Éste es para un buen parto, éste para la buena suerte, éste para protegerse de la mala suerte y éste para ayudar con los exámenes-.

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