Capítulo 10: All I wanted was some Peace and Quiet

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Decidido a cortar nueve donde está y empezar diez, esto es lo que tengo hasta ahora. No creo que haga mucho más esta noche.
-¿Puedo echar un vistazo a su cuchillo, señor?- Preguntó amablemente el jefe del equipo de asalto.

-Por supuesto-, asintió Harry, entregándoselo primero por el mango.

-Es un cuchillo muy interesante-, comentó el jefe del equipo, -¿le importaría darme su declaración?-.

-En absoluto-, respondió Harry empezando a calmarse un poco. -Estaba en mi habitación y tres hombres entraron corriendo, me batí un poco en duelo con el primero antes de que acabara saliendo por la ventana. El segundo me agarró y me temo que tuve que cortarle, y el tercero salió corriendo por la puerta-.

-Gracias por su tiempo, señor-, asintió el jefe de equipo cerrando su libro. -Puede que tengamos que hacerle algunas preguntas más tarde para aclarar algunas cosas después de que los forenses tengan su informe-.

-No hay problema-, Harry hizo un gesto con la mano. -¿Te importa si bajamos las escaleras? Creo que ya es hora de irnos de este hotel-.

-En absoluto, señor-, asintió el líder. -Pero me temo que tendré que acompañarle hasta que me autoricen a dejarle marchar-.

-Entiendo-, Harry asintió brevemente. -Haz lo que tengas que hacer-.

Los dos caminaron por el pasillo hacia los ascensores y pasaron junto al cadáver del conductor que habían subido y colocado junto a los demás.

-Lástima que haya tenido que morir-, murmuró Harry para sí después de fijarse en el cuerpo del conductor, -iba a dejarle marchar-.

Cualquier respuesta que pudiera haber dado el jefe del equipo fue cortada por la llegada de otro hombre, -mensaje de los Pratori-.

-¿Qué pasa?- Preguntó con calma el jefe del equipo.

-Dice que Black es libre de irse si parece que esto ha sido en defensa propia-, lo que en realidad había dicho era "sacalo de mi ciudad", pero el mensajero no vio la necesidad de molestar al mago que había aplastado a Salvatore Carillo como a una mosca.

-Así es-, asintió rápidamente el jefe del equipo. -Es libre de irse señor Black, ¿puedo preguntarle a dónde irá después?-.

-Suiza suena bien-, musitó Harry. -Sea donde sea, espero que sea más tranquilo que mis vacaciones hasta ahora-.

-Que tenga un buen día, señor Black-, el jefe del equipo vio con asombro cómo el hombre más peligroso que había conocido salía tranquilamente del edificio.

Harry resistió las ganas de gritar mientras caminaba hacia la entrada de la Roma Mágica, ¿por qué le seguían pasando estas cosas? ¿Existía algún tipo de maldición en la línea Potter de la que nadie le había hablado?.

Suspirando de frustración, entró en la sección mágica de Roma y se detuvo frente al pequeño bar que había visitado anteriormente. Realmente necesitaba una copa ahora mismo, después de eso podría encontrar la manera de llegar a Suiza.

-Buenas noches, Sr. Black-, el anciano de antes asintió y le señaló un asiento vacío. -Confío en que le vaya bien-.

-Ojalá fuera cierto-, Harry se encogió de hombros. -Por desgracia, he tenido un día bastante malo-.

-¿Qué ha pasado?- El anciano hizo un gesto al camarero para que le trajera una copa.

-Me atacaron tres hombres en mi habitación de hotel-, Harry dio un sorbo a la bebida recién llegada. -Y las cosas se pusieron un poco violentas-.

-No resultaste herido, ¿verdad?-.

-No-, Harry negó con la cabeza. -Ni un rasguño-.

-Ya veo-, el anciano se relamió nervioso. -¿Qué piensa hacer al respecto?-.

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