Capítulo 20: Hungarian Horntails

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-Si te lo he dicho una vez, te lo he dicho mil-, gritó el Profesor mientras él y su ayudante salían de su hangar. -El rosa no es un buen color para nuestro Zeppelin-.

-Pero a mí me gusta el rosa-, replicó Henchgirl. -Y si no puedo tener rosa, entonces quiero verde-.

-No habrá...- La perorata del profesor se vio interrumpida por el sonido de varias personas que se aclaraban la garganta -¿Qué quieren?-.

-Sólo queríamos... discutir el hecho de que haya decidido utilizar turbinas de disco Tesla para alimentar ese dirigible suyo-. La figura blandió amenazadoramente un gran tubo -Creemos que sería una buena idea que se lo replanteara-.

-Sí-, asintió otra de las figuras. -La gente que impulsa dirigibles con turbinas de disco Tesla sufre accidentes por aquí-.

-Mis buenos amigos-, comenzó el Profesor algo molesto por la interrupción de su discusión con su secuaz. -Jamás se me ocurriría propulsar un dirigible con una Turbina de Discos Tesla, porque la sola idea es pura locura-.

-Entonces, ¿qué tienes en ese hangar?-. preguntó sarcásticamente la primera figura, -a mí me parece un dirigible-.

-Ah, un error común-. El profesor asintió, -eso no es un dirigible. Es un zepelín-.

-Oh-, asintió la primera figura. -Entonces no tenemos nada contra usted, a menos que...-

-¿A menos que?- Henchgirl hizo eco.

-A menos que estés planeando armarlo con armas STEN-, terminó la segunda figura. -Si es así...-

-¿Por qué haríamos algo tan tonto como eso?- Henchgirl estaba horrorizada, -¿por quién nos tomas?-.

-Sentimos la confusión-, la primera figura esbozó una sonrisa invisible. -Buena suerte con su zepelín-.

-Gracias-, respondieron el Profesor y Henchgirl.

-Qué tipos tan agradables-, comentó el Profesor.

-Eso pensé-, coincidió Henchgirl. -Ahora, como iba diciendo, si no puedo tener rosa, entonces quiero verde-.

-No conseguirás tal cosa-, gritó el Profesor. -Plata es lo que eran los zepelines y plata es lo que serán los nuestros-.

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Harry salió de su hotel y pasó varias horas deambulando por las secciones mágicas de Viena antes de que la nostalgia le obligara a encontrar un lugar donde comprar el transporte a su próximo destino.

-Buenas tardes-, asintió el tendero. -¿Qué puedo hacer por usted?-.

-Esperaba conseguir un Traslador a Hungría-, Harry se encogió de hombros. -Me dijeron que aquí podría conseguir algo-.

-Me temo que conseguir un Traslador a Hungría es del todo imposible-, levantó la mano el tendero. -No porque intente retenerla, sino por las protecciones que los húngaros han levantado en torno a su país-.

-¿Qué ha pasado?- Harry se puso cómodo.

-Como sabrás, Hungría es un país que ha sufrido muchas pruebas-. El tendero suspiró -Después de la primera gran guerra, las potencias muggles decidieron dividirla en varias naciones más pequeñas como castigo por haber tenido la mala suerte de elegir el bando perdedor-.

-¿Qué tiene que ver eso con hoy?-. preguntó Harry frunciendo el ceño con curiosidad.

-Una cábala de magos consiguió enterarse del inminente cambio y decidieron hacer lo posible por salvar la mayor parte posible de su territorio-. El tendero esbozó una sonrisa malévola, -todo iba bien para los equipos de magos, en su mayoría franceses, que se dedicaban a desplazar las fronteras y recaudar las reparaciones de guerra, hasta que un día un equipo llegó y se encontró muy lejos del objetivo-.

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