2. Arriesgar

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—... y, encima, Cata le dijo que sí —le dice Nat a Wanda cuando ella abre su alfajor.

Wanda, mi otra mejor amiga, me mira mientras que yo me hago chiquita a un costado del banco, contra la pared.

—Perdón, es que no me di cuenta...

—A mí me gusta —admite sin embargo Wanda tomándome por sorpresa—. Era hora que se les prendiera la lamparita e hicieran algo mejor, ¿a quién se le ocurrió?

—Al boludo de Giay —dice Nat con bronca, y la miro con muchas preguntas en mi mente. Nunca supe porque le caía tan mal el castaño, pero tampoco pienso preguntárselo—. No puedo creer que enserio les guste eso.

—No juegues y listo, no hagas tanto problema —vocifera Wan, y la miro un poco alarmada.

Ella siempre suele ser mecha corta con cualquiera, hasta con su mejor amiga de toda la vida. Natalia suspira y se levanta enojada para irse fuera del aula.

—Ay, Wanda... —murmuro dando a entender todo.

—¿Qué? si está re ortiva siempre —le da un mordisco a su alfajor de chocolate y revolea los ojos—. Me cansa.

Suspiro y entiendo porque está cansada, yo también debería estarlo, pero mi persona no me permite estar así con alguien que me bancó siempre.

Miro hacia el pizarrón, la caja fucsia está posada en un banco individual. Faltan menos de cinco minutos para que toque el timbre y entren todos de nuevo y yo con cada tic tac del reloj estoy más nerviosa.

Pasé toda la noche pensando en algo que pueda ponerle a Agustin, y aunque al principio tenía las ideas claras y hasta qué podía expresar en esa hoja, a medida que lo pensaba mejor, me arrepentía más y más.

Ni siquiera me dio tiempo a pensar que yo también debo tener a mi propio amigo invisible, lo que me debería de interesar bastante, pero no lo hace, simplemente en mi mente no cabe otra cosa que la carta que tengo entre las hojas de mi carpeta.

—¿No me vas a decir quién te tocó? —me pregunta Wanda con una sonrisa pícara sacándome de mis cavilaciones.

La miro y me pregunto si puedo confiar en ella para hacerlo. Ninguna de mis dos mejores amigas sabe sobre lo que me pasa con Agus, en realidad creo que nadie, pero estoy bien con eso, no pienso contarles.

Además, a Nat le cae mal Giay, todo el curso en realidad, pero más que nada él, y aunque a Wanda no le pase esto, no sé qué tan buena idea sería decírselo a alguna.

Prefiero saberlo solo yo y esperar a que se me pase en algún momento.

—No —digo con una mini sonrisa para ocultar todo.

Hace un mohín.

—Qué mala —eleva un hombro girando sus ojos—. Yo podría decirte el mío si cambias de opinión y me decís.

Vuelvo a negar.

—La idea es que nadie sepa, Wan —le recuerdo, suave.

Hace una mueca tomando su papelito entre los dedos. Aunque ayer faltó, por haberse quedado a dormir en la casa de su novio, Agustin le guardó un papel para ella.

Por algo es el delegado de la clase. Responsable, amoroso, tranquilo, inteligente, deportista y lindo.

Creo que esas son las cualidades que encontré en él y que más me gustaron, hay más, pero si me pongo a profundizar en ellas no voy a terminar nunca.

—¿Y Nat te dijo quien le tocó? —inquiere sin rendirse.

—No, pero creo que no va a jugar, ni siquiera abrió el papel ayer.

Cartas | Agustin GiayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora