Me estoy cagando de frío y para ser sincera la estoy pasando mal.
Yo siempre fui una chica más de primavera que de invierno o verano. Mucho en exceso es malo, menos la ensoñación e idealización que tuve toda mi vida con los hombres famosos y con claro, Agustin, pero ese es otro tema. Por lo que, volviendo al eje, el invierno y el verano me parecen una tortura creada por el diablo para con nosotros y nunca voy a ser fan de ninguno de los dos.
—Tenés la nariz roja, que tierna —me dice Wanda mientras vemos como dos de nuestros compañeros bajan la montaña de nieve con el culipatin.
—Estoy congelada, te juro.
Wanda se ríe y se pone frente a mí metiendo sus manos en la campera del equipo.
—Estoy en la misma. Encima siento que se me cierran los ojos del sueño. Me acostaría en la nieve, un ratito. —Mira el suelo con anhelo mientras largo una risa.
—¿A qué hora te fuiste anoche? —pregunto, porque yo me fui antes de que terminara todo, justo después de que Agustin fuera hacia mí e hiciera todo eso...
—Cerré boliche, estoy devastada.
Si yo dormí menos de cuatro horas no me quiero imaginar ella.
—Hoy cierro boliche con vos, lo juro —le digo—. No me gustó irme tan temprano.
—Espero que cumplas, Catalina —Gira sus ojos haciéndome reír—. Y espero que me cuentes porque te fuiste tan temprano.
Corro mi vista de ella hacia las montañas blancas. Ni yo quiero recordar eso, pero básicamente, me escapé de Agustin apenas vi un colectivo de la empresa con la misma excusa que le voy a decir a Wanda ahora:
—No pasó nada, solo tenía sueño y hambre.
—Mhm... bueno... —dice indecisa para después recorrer la mirada por todo el lugar quedándose fija en un punto detrás de mí.
—¿Qué pasa? —cuestiono al ver que le está creciendo una sonrisa.
—Santiago.
—¿Qué?
—Qué viene Santiago...
—Ey, hola ¿Todo bien? —inquiere una voz masculina detrás de mí poco tiempo después.
Wanda me mira inmediatamente a mí y sonríe más, pestañeo un par de veces antes de girarme y forzar una sonrisa para él.
—Hola —murmuro amablemente.
Desde que salimos esa vez, solo lo vi una vez más y en la casa de Wanda, pero no charlamos mucho. Él me sonríe y se acerca a darme un beso en mi mejilla, luego repite el acto con la rubia, quién tiene una sonrisa maquiavélica en el rostro. Ya conozco esa cara y no me gusta para nada.
—¿Cómo andan? —pregunta el morocho.
—Bien... —respondo, a la vez que mi amiga responde:
—Con ganas de ir al baño, así que, los dejo —avisa y sé con claridad que no tiene ganas de ir al baño, solo tiene las ganas e intenciones de dejarnos a solas.
Me río ante eso, porque no puedo hacer otra cosa y miro a Santi nuevamente con vergüenza cuando ella desaparece de nuestra vista.
—¿Vos como andas?
Santiago toma aire y se me acerca situándose en el lugar en el que estaba Wanda recién, confundido por lo que acaba de hacer la rubia.
—Muy bien por suerte, esto está increíble —comenta y luego me señala como si recordase algo de repente—. Te vi en Cerebro anoche, Cata.
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Cartas | Agustin Giay
FanficC| En donde Catalina estando en su último año de colegio decide declararse al chico que le gusta a través de cartas y un juego que él mismo propuso. +18